Salmos 92 DHHD
Hay viejos que aun cuando se mueren siguen estando presentes. Uno de ellos es Rosy Anteles. Nos acompañó los últimos once años de su vida y aunque ya han pasado varios días desde su partida, permanece en nosotros. Rosy es una de esas personas a las que la vida trató con especial rabia: nacida en un hogar en el que no fue ni deseada ni aceptada, casada con un hombre que la traicionó y dedicada en cuerpo y alma a sus hijos, que ni la comprendieron ni la acompañaron en su vejez. Sin embargo, una mujer que se impuso a la vida y que permaneció íntegra y congruente con su fe y su propósito hasta el final. Una mujer para la que el cáncer que acabó con su cuerpo no pudo destruir ni su confianza en Dios ni su propósito de bendecir a quienes la rodearon, nosotros entre ellos.
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