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Asegúrense de permanecer libres

5 junio, 2016

Gálatas 5.1,13-14

La declaración paulina contenida en nuestro pasaje establece dos presupuestos básicos:

Cristo nos ha hecho libres. El sacrificio de Cristo y nuestra identificación con él, por medio del bautismo, nos proveen libertad:

  • Del poder de Satanás sobre nuestros pensamientos, emociones y acciones.
  • Del poder de nuestras propias pasiones e inclinaciones.
  • Del poder que las personas y nuestros modelos de relación tienen sobre nosotros.

Podemos perder la libertad que Cristo nos ha traído: (más…)

Papá, querido papá

22 mayo, 2016

Gálatas 4.1-7,9

Una de las principales críticas que se hacen al cristianismo es que este promueve una vida de reglas, exigencias y descalificaciones. Se le acusa, también, de promover el oscurantismo intelectual pues, se dice, impide a las personas pensar por sí mismas y se les imponen maneras de pensar que las limitan y hacen manipulables. Se enseña y se aprende a no pensar. Lamentablemente, debemos aceptar que hay una gran dosis de razón en tales apreciaciones y acusaciones. Desde nuestros púlpitos se promueve una cultura de culpa, la misma que establece reglas y metas inalcanzables, e innecesarias desde la perspectiva bíblica, para alcanzar y conservar la salvación.

Propongo a ustedes que tal cultura de culpa es un resabio de nuestra experiencia anterior a Cristo y de la cosmovisión resultante de la misma. El sabor desagradable, de nuestra vida sin Cristo, impide la plena comprensión y la aceptación de la gracia. Es decir, del favor inmerecido que hemos recibido sólo porque hemos hecho nuestro el sacrificio de Cristo en la cruz. El peso de nuestra cosmovisión, personal, familiar y social, nos dice que no hay desayunos gratuitos; es decir, que en la vida sólo se tiene derecho a aquello que ha representado el esfuerzo y el merecimiento adecuados. Esto es lo justo, pensamos.

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Amar a los diferentes

17 abril, 2016

Gálatas 5.22-26 TLA

Todos somos diferentes, aunque existen unos que son más diferentes que otros. Por lo general, se trata de terceros; es decir, de los demás y no de nosotros. Esto significa que, generalmente, asumimos la calidad de diferentes en la otredad de terceros. Ello implica que asumimos para nosotros la condición de normales, de los que están bien. En consecuencia, pretendemos que son los otros los que deben acercarse a nosotros, hacer suya nuestra cosmovisión, si es que quieren ser aceptados… y amados por nosotros, los normales.

¡Cuán difícil resulta amar a los que no son como nosotros! ¡Cuán difícil nos resulta valorarlos y asumirlos dignos, merecedores de nuestro aprecio y nuestro respeto! En consecuencia, ¡cuán difícil nos resulta establecer marcos de referencia común que nos permitan comunicarnos con ellos. Es decir, estar dispuestos a privilegiar lo que nos asemeja para así construir una mejor comprensión mutua. Por eso, llama la atención la actitud del Apóstol Pablo que pasa del deseo de que los judaizantes se castren (5.12), a recomendar a los gálatas a acercarse a los que han caído en el error y los traten mediante el cultivo del fruto del Espíritu Santo. Gálatas 6.1,2; 5.26

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