Eugene H Peterson propone: El mundo es una atmósfera, un humor. Con total precisión se refiere a la casi imposibilidad de entender y definir el término bíblico mundo. Siendo así las cosas, resulta especialmente difícil comprender la exhortación juanina a que no amemos el mundo ni nada de lo que hay en él. A lo largo de la Historia, los creyentes han procurado comprender y obedecer tal exhortación haciendo un ejercicio de selección prejuiciada de ciertas cosas, prácticas o tradiciones a las que dan la categoría de mundanas. Así, en el evitar las mismas y abundar en las que se han seleccionado como espirituales, descansa el pretendido mérito salvífico que, se pretende, es propio de y garantiza la salvación. La Biblia, desde luego, no apoya tal presunción pues la misma implica el desconocimiento de la gracia como razón, origen y método de la redención. Colosenses 2.8, 16ss
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Nada de lo que hay en el mundo
7 julio, 2019¡No dejes que ellos influyan en ti!
2 julio, 2017Se me ha pedido que nos ocupemos, desde la perspectiva bíblica, de cuestiones tales como si los cristianos pueden, o deben, tatuarse o usar piercings. Dado que, en la Biblia, apenas se trata el tema, primero en relación con la memoria o culto a los muertos y después como una declaración de la estrecha relación del Señor con Jerusalén (Levítico 19.27; Isaías 49.16 TLAD), podríamos concluir que el tatuarse y el perforarse la piel cae dentro de aquel principio de que lo que la Biblia no condena está permitido y, dar por cerrado el asunto.
Papá, querido papá
22 mayo, 2016Gálatas 4.1-7,9
Una de las principales críticas que se hacen al cristianismo es que este promueve una vida de reglas, exigencias y descalificaciones. Se le acusa, también, de promover el oscurantismo intelectual pues, se dice, impide a las personas pensar por sí mismas y se les imponen maneras de pensar que las limitan y hacen manipulables. Se enseña y se aprende a no pensar. Lamentablemente, debemos aceptar que hay una gran dosis de razón en tales apreciaciones y acusaciones. Desde nuestros púlpitos se promueve una cultura de culpa, la misma que establece reglas y metas inalcanzables, e innecesarias desde la perspectiva bíblica, para alcanzar y conservar la salvación.
Propongo a ustedes que tal cultura de culpa es un resabio de nuestra experiencia anterior a Cristo y de la cosmovisión resultante de la misma. El sabor desagradable, de nuestra vida sin Cristo, impide la plena comprensión y la aceptación de la gracia. Es decir, del favor inmerecido que hemos recibido sólo porque hemos hecho nuestro el sacrificio de Cristo en la cruz. El peso de nuestra cosmovisión, personal, familiar y social, nos dice que no hay desayunos gratuitos; es decir, que en la vida sólo se tiene derecho a aquello que ha representado el esfuerzo y el merecimiento adecuados. Esto es lo justo, pensamos.
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