Archive for the ‘Santidad’ category

¿Todavía no ven ni entienden?

23 noviembre, 2014

Autora Invitada: Ofelia Figueroa

Marcos 8

En esta enseñanza bíblica de Marcos encuentro la dificultad que como seres humanos tenemos para ver y comprender el mundo espiritual. Casi todo lo que nos rodea no ayuda a fortalecer nuestro espíritu, al contrario atenta contra él, ya que vivimos en un mundo superficial y materialista, donde se le rinde culto al tener en lugar del ser y hacer, donde la vida espiritual se deja en segundo lugar o peor aún se excluye. Frecuentemente sentimos esa tensión entre el mundo natural y el espiritual, una lucha permanente.

Esa dificultad para percibir el mundo espiritual resulta de la dureza del corazón, por eso es que no vemos, ni entendemos. ¿No es por esta causa que los fariseos demandan milagros? ¿Acaso no ya los habían visto? Pero, lo cierto es que ni los discípulos ni  nosotros  salimos bien librados de percibir de esta manera.

A los discípulos Jesús les advierte, que tengan cuidado de la levadura de los fariseos y de la de Herodes. Les decía: cuídense de esa manera de juzgar, de ver, de pensar y de vivir. Pero los discípulos no entendieron lo que Jesús les decía.  Por eso los cuestiona: ¿Por qué están discuten que no tienen pan? ¿Todavía no saben ni entienden? ¿Tienen el corazón demasiado endurecido para comprenderlo?  “Tienen ojos, ¿y no pueden ver? Tienen oídos y ¿no pueden oír?” ¿No recuerdan nada en absoluto? Marcos 8;17-19.NTV

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Perfectamente Santos

27 abril, 2014

Que Dios mismo, el Dios de paz, los haga a ustedes perfectamente santos, y les conserve todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sin defecto alguno, para la venida de nuestro Señor Jesucristo. 1 Ts 5.23

 

Cuando el Pastor Armando Águila me invitó a compartir este pasaje con ustedes, vinieron a mi mente dos experiencias. La primera vivida en la década de los años setenta en Cuba. Tuve la oportunidad de hacer una visita pastoral a las iglesias cubanas. En un encuentro con jóvenes cristianos universitarios les pregunté cómo habían sido aceptados en la Universidad, siendo creyentes, y cómo hacían para permanecer escalando posiciones de reconocimiento académico, como era el caso en la mayoría de ellos. Después de un embarazoso silencio, uno de los jóvenes me dijo: Simplemente, nos ocupamos de ser los mejores en todo. Y, cuando alguien nos pregunta el porqué de nuestro esfuerzo y dedicación, les hacemos saber que nuestra condición de discípulos de Cristo nos obliga a dar testimonio de su Reino en todas y cada una de las áreas de nuestra vida personal.

La segunda experiencia la viví en esta Ciudad. Fui invitado como ponente ante un grupo de catedráticos universitarios, artistas e intelectuales y empresarios. Al terminar mi exposición, uno de los empresarios ahí presentes expresó su desconfianza y poco aprecio hacia los cristianos evangélicos. Disculpándose conmigo, explicó que su negocio es la renta de equipo de luz y sonido para eventos masivos. Por ello, nos dijo, conoce bien a los más reconocidos artistas evangélicos. No pocos les han recomendado a jóvenes para que trabajen con él, enfatizando que se trata de personas honestas por ser cristianas. Sin embargo, su malestar se debe a que se trata de jóvenes sin ambiciones ni deseos de superación. Jóvenes que con el pretexto de servir a Dios, abandonan trabajo y estudios a la menor provocación. Jóvenes que prefieren ser despedidos a trabajar los días que en sus congregaciones hay actividades. Terminó asegurando que la fe cristiana-evangélica convierte a los jóvenes en personas sin propósito ni sentido en la vida. En personas que no trascienden y no pueden tener una influencia positiva en la sociedad.

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Caminar Caminos Santos, Caminos de Vida

29 marzo, 2014

Jeremías 6.16

Nos hemos preguntado cómo enfrentar las desviaciones resultantes de las pérdidas, los conflictos y el desapego afectivo de algunos de los miembros de la familia. En otras palabras, cuando el sistema familiar se vuelve disfuncional, ¿qué podemos hacer para recuperar el equilibrio? Es más, ¿hay algún recurso que prevenga a la familia de aquellas crisis que se pueden evitar? Para tales preguntas hay una misma respuesta: el ejercicio de la santidad previene a las familias de caer en crisis innecesarias al mismo tiempo que se convierte en el recurso por excelencia para superar las dificultades que la disfuncionalidad familiar genera.

Desafortunadamente, cuando las familias no conocen o consideran la naturaleza e importancia de la santidad, desarrollan el conocido efecto dominó. A los fallos de alguno de sus integrantes responden fallando. Así, se da una constante sucesión de malas decisiones, conductas erróneas y actitudes negativas que, casi siempre, se justifican en función de la falta del otro. En una versión trágica de la Ley del Talión, gobiernan su conducta a partir del ojo por ojo y diente por diente. Olvidando que, como señalara Gandhi, si seguimos el principio del ojo por ojo, todo mundo terminará ciego. Aún hay quienes castigan al deudor lastimándose a sí mismos. Se arriesgan, se menosprecian, se envuelven en relaciones nocivas que pueden terminar destruyéndolos.

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