¿Todavía no ven ni entienden?

Autora Invitada: Ofelia Figueroa

Marcos 8

En esta enseñanza bíblica de Marcos encuentro la dificultad que como seres humanos tenemos para ver y comprender el mundo espiritual. Casi todo lo que nos rodea no ayuda a fortalecer nuestro espíritu, al contrario atenta contra él, ya que vivimos en un mundo superficial y materialista, donde se le rinde culto al tener en lugar del ser y hacer, donde la vida espiritual se deja en segundo lugar o peor aún se excluye. Frecuentemente sentimos esa tensión entre el mundo natural y el espiritual, una lucha permanente.

Esa dificultad para percibir el mundo espiritual resulta de la dureza del corazón, por eso es que no vemos, ni entendemos. ¿No es por esta causa que los fariseos demandan milagros? ¿Acaso no ya los habían visto? Pero, lo cierto es que ni los discípulos ni  nosotros  salimos bien librados de percibir de esta manera.

A los discípulos Jesús les advierte, que tengan cuidado de la levadura de los fariseos y de la de Herodes. Les decía: cuídense de esa manera de juzgar, de ver, de pensar y de vivir. Pero los discípulos no entendieron lo que Jesús les decía.  Por eso los cuestiona: ¿Por qué están discuten que no tienen pan? ¿Todavía no saben ni entienden? ¿Tienen el corazón demasiado endurecido para comprenderlo?  “Tienen ojos, ¿y no pueden ver? Tienen oídos y ¿no pueden oír?” ¿No recuerdan nada en absoluto? Marcos 8;17-19.NTV

En  esta conversación Jesús y los discípulos están  hablando de dos cosas distintas, los discípulos entienden que Jesús se refiere a que no trajeron pan. Pero, como Jesús está hablando de cuestiones espirituales es que les dice: ¿Acaso no se acuerdan? Que alimenté a cinco mil y luego a cuatro mil. El problema consistía en que los discípulos sólo estaban entendiendo en el plano natural.

En muchas ocasiones hemos estado relacionándonos con Jesús de esa manera teniendo un diálogo y una vida incongruente, aferrándonos a lo terrenal y carnal, encontrándonos entre esas dos voces dispares,  la del Espíritu  y la del mundo. Estamos inmersos en una cultura donde ciertas formas de actuar, de pensar, son asumidas y practicadas como normales, aún sabiendo que no le agradan a Dios. Esta cultura propone que lo más importante no es ser, sino el tener éxito, dinero, fama,  productividad,  y la búsqueda del placer.

Aún los cristianos ponemos en nuestra escala de valores primero algunas prácticas del mundo antes que los valores del reino. A causa de la dureza del corazón, no discernimos que esta escala de prioridades de esta manera atenta contra la vida del Espíritu. A menudo nos encontramos diciendo no le veo nada de malo, qué tiene de malo, etc., y poco a poco muchas veces sin darnos cuenta estamos siendo amoldados, conformados a este mundo.

Pero, preguntémonos ¿a imagen de quien estamos siendo formados? Nos decimos diferentes, nos reconocemos diferentes y aún nos sentimos diferentes, pero, ¿vivimos de manera diferente? O nuestro testimonio carece de credibilidad y congruencia. Parece que en estos tiempos tenemos dificultad para ser cristianos que encarnen en la vida diaria lo distintivo del espíritu. A esto el apóstol Pablo nos exhorta: Así que les digo esto y les insisto en el Señor: no vivamos más con pensamientos frívolos como los paganos. A causa de la ignorancia los domina y por la dureza de su corazón, estos tienen oscurecido el entendimiento y están alejados a la vida que proviene de Dios. Efesios 4: 17,18 NVI.

Y afirma que: Los que son de la carne piensan las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu, porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Romanos 8: 5,6 RVR 1960

Vemos también en este mismo capítulo que cuando Jesús anuncia su muerte, reprende a Pedro debido a la interpretación que hace de las palabras dichas por Jesús, le dice: ¡Aléjate de mí Satanás!  Ves las  cosas desde el punto de vista humano, no del punto de vista de Dios. Marcos 8.32

Sorprende aún mas la invitación general que hace, según Marcos: Y llamando a la multitud les dice: “Si alguno de ustedes quiere ser mi seguidor tiene que abandonar su manera egoísta de vivir y tomar su cruz y seguirme. “ Marcos 8: 33,34 NVI

Debemos identificar y resistir las prácticas que inhiben la vida del Espíritu. Somos llamados a un vivir un nivel de compromiso más alto, más  elevado; a que dejemos esa pasada manera de vivir dejando que el Espíritu renueve día a día nuestra mente. A nosotros la Palabra nos recuerda, una y otra vez: Ya han sido resucitados a una vida nueva con Cristo, pongan la mira en las verdades del cielo… Piensen las cosas del cielo, no en las de la tierra. Colosenses 3: 1,2 NTV

También somos llamados a que demos testimonio de que andamos con Jesús, y que la gente lo vea en nosotros no como a un profeta más. Somos llamados a vivir de tal manera que podamos responder acertadamente a su pregunta: Y, ¿ustedes quién dicen que soy? Para que con nuestra manera de vivir y de pensar digamos: tú eres el Cristo. Somos llamados a vivir de tal manera que nuestro testimonio sea consecuente con lo que creemos.

Les invito a que ya que hemos buscado que Jesús, como al ciego de Betsaida, nos toque y nos sane dejando que nos saque de la aldea de nuestros pensamientos y comportamientos antiguos, a una vida renovada, y con la ayuda del Espíritu Santo. Que, ya que hemos recuperado nuestra vista, vivamos de tal manera que, cada vez más purificados nuestros ojos, vivamos de tal manera que podamos decir al Señor: veo con claridad, veo como tú ves.

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