Juan 15.9-14
Ya me senté, pero por dentro sigo parado, dijo a nombre de todos nosotros aquel niño a quien su madre ordenó sentarse. Y es que, a nadie, o a muy pocos, nos gusta obedecer. Tener que hacerlo nos parece un acto injusto pues, consideramos el obedecer como una cuestión limitante de nuestra libertad. El problema empieza con lo que asumimos como nuestra libertad. Generalmente consideramos que la libertad es el derecho ilimitado que tenemos de hacer lo que nos venga en gana. La definición del término, sin embargo, asume que la libertad es, sí, el derecho de las personas para elegir. Pero, agrega, de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad.
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