Archive for the ‘Fruto del Creyente’ category

¿Quién es el más importante?

6 diciembre, 2014

Autora Invitada: Isela Olmos

 Marcos 9  33-37

 De todo el capítulo 9 de Marcos, me llamó más la atención este tema, ¿Quién es el más importante?

Pondré  la versión de estos versículos en NVI, que a mi parecer, es más entendible:

33 Llegaron a Capernaúm. Cuando ya estaba en casa, Jesús les preguntó: — ¿Qué venían discutiendo por el camino?34 Pero ellos se quedaron callados, porque en el camino habían discutido entre sí quién era el más importante. 35 Entonces Jesús se sentó, llamó a los doce y les dijo: —Si alguno quiere ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos.36 Luego tomó a un niño y lo puso en medio de ellos. Abrazándolo, les dijo: 37 —El que recibe en mi nombre a uno de estos niños, me recibe a mí; y el que me recibe a mí, no me recibe a mí sino al que me envió.

Esta misma historia la encontramos en Mateo 18:1-5 donde los discípulos preguntan a Jesús ¿quién es el mayor en el reino de los cielos? a esto se referían cuando se preguntaban ¿quién era el más importante?

Cuando leí la primera parte, me imaginé a Jesús como el típico padre que escuchando a sus hijos discutir en el asiento trasero del auto, se limita a menear la cabeza mientras los ve en silencio por el retrovisor, y piensa  -¡Ah que mis muchachos! ¿Cuándo madurarán? ya verán cuando lleguemos a casa-. Y tal como sucede hoy en día, Jesús al llegar a Capernaum, pregunta ¡Qué tanto venían discutiendo!, a lo que ellos como niños, se quedaron callados con cara de asombro al saberse descubiertos.

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Si Ustedes Permanecen en Mí

24 febrero, 2014

Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pueden pedir lo que quieran, ¡y les será concedido! Juan 15.7 NTV

Cuando el Señor nos invita a permanecer en él lo que está haciendo es animarnos a cultivar la relación íntima con él. Esta comunión se sustenta en la realidad de su amor, él nos ama incondicionalmente. Pero, también requiere de nuestra disposición a sabernos amados y, por lo tanto, disponernos a amar a Dios por sobre todas las personas y cosas que hacen nuestra vida.

Cultivar la comunión con Dios no es otra cosa sino el vivir re-sintonizando nuestro día a día con él. Es decir, procurando estar de acuerdo con lo su voluntad, es decir, con aquello que él ha establecido como lo bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto, en todas las cosas que pensamos, sentimos y hacemos cotidianamente. Romanos 12.1, 2 DHH.

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Fruto a su Tiempo

9 febrero, 2014

Salmo 1

Imaginar, esa facultad del alma que nos permite crear imágenes de lo que todavía no es, es privilegio de los seres humanos. Dios, asegura el Eclesiastés 3.11, puso además en la mente humana la idea de lo infinito. Es decir, la capacidad de abarcar con el pensamiento la totalidad de los acontecimientos pasados y futuros, y al irresistible deseo de comprender su sentido y su porqué. Dada tal capacidad es que los seres humanos podemos soñar, desear, proponernos hacer de y con nuestra vida algo que trascienda. Esto es lo que explica nuestras elecciones: matrimoniales, paternales, profesionales, etc.

Sí, hemos sido creados con la capacidad de idear y realizar aquello que anhelamos. Según Salomón es Dios mismo quien ha puesto eternidad en nuestro corazón. Es decir, es Dios quien anima nuestra vocación y nos capacita para realizarla. Consecuentemente es propio de nosotros hacerlo y tenemos la autoridad para hacerlo sobreponiéndonos a las dificultades que lograrlo implica. Sin embargo, todos enfrentamos, en mayor o en menor grado, un enemigo que estorba la realización de aquello que nos es propio. Un obstáculo para materialización de nuestro llamamiento. Se trata de la autosuficiencia. Es decir, la pretensión de que nos bastamos a nosotros mismos. Que somos suficientes tanto para decidir el qué como el cómo.

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