Cuando nos acercamos a la vida de Jesús descubrimos muy pronto que él no vivía para sí mismo. Sus prioridades no eran ni su felicidad personal, ni su familia, ni su prosperidad material, etc. En fin, esas cosas que son las que explican y dan sentido a la vida de muchos. Dos cosas eran las determinantes en Jesús: La comunión su Padre y la realización de la tarea que le había sido encomendada. En tal sentido, Jesús no tenía vida propia. No vivía para sí, sino para el Padre. Y, no lo hacía porque no le quedara otra, él mismo aseguró: Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Juan 10.18
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Hagan discípulos
30 abril, 2023El bautismo del Espíritu Santo
15 julio, 2018Hechos 1.8
Además de la promesa del Espíritu Santo, Jesús habló del bautismo del Espíritu Santo. Este no tiene que ver con la regeneración del creyente, es decir con su salvación; se trata más bien de un revestimiento de poder. Cuando la persona recibe el bautismo del Espíritu Santo, recibe lo que se ha dado en considerar como la llenura del Espíritu Santo. Al estar lleno del Espíritu Santo, por medio del bautismo, el creyente cuenta con el poder del Espíritu para hacer cosas extraordinarias en el nombre de Jesucristo. Jesús dijo a sus discípulos: Pero recibiréis poder, cuando hay venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Hechos 1.8
Necesitados del poder del Espíritu Santo
24 junio, 2018Iniciamos un nuevo ciclo de meditaciones pastorales. Sirva la presente como una introducción a las mismas.
Hechos 1.8; Ro 15.13; 1Tes 1.5
Como sabemos el poder del Espíritu Santo, su dunamis, consiste en la capacidad [divina] de llevar cualquier cosa a cabo. Dios en nosotros, puede; y nosotros, llenos de su Espíritu Santo, también podemos. De acuerdo con la oración de nuestro Señor Jesucristo, registrada por Juan 17, de la misma manera en la que el Padre está en el Hijo, así también el Hijo está en los creyentes al través del Espíritu Santo. Así, el poder que opera en el creyente es el mismo poder de Dios que operaba en Jesús el Cristo.
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