Marcos 16.15-18 TLA
Bautismo y salvación van de la mano. La economía de la salvación, es decir, el camino a la salvación pasa por el bautismo en agua. Si bien, el mero rito del bautismo no salva a las personas, sí es necesario por cuanto en el mismo opera de manera sobrenatural el quehacer divino y es, al mismo tiempo, expresión del compromiso del creyente para con su Señor y Salvador: Jesucristo.
En su conversación con Nicodemo, nuestro Señor Jesús, establece la necesidad de nacer de nuevo de agua y del Espíritu para poder entrar en el reino de Dios. Juan 3.1-21. Obviamente, aquí el Señor se refiere a la vida que viene de arriba, la regeneración de la identidad original del ser humano. Esta solo es posible cuando aquello que el pecado ha creado muere: la servidumbre y la perversión propias de quien viven bajo el dominio de Satanás. En el bautismo, de acuerdo con Pablo, la persona muere para ser resucitada y vivir una vida nueva. Romanos 6.1-14. Obviamente, la nueva vida se vive en el Reino, bajo el señorío de Cristo. Así, muriendo al pecado y siendo resucitados en Cristo, hemos nacido de nuevo.
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