2 Pedro 1.3-11
Al repasar con atención nuestro pasaje resulta interesante que la invitación petrina a que agreguemos a nuestra fe la piedad, aparezca en quinto lugar y no al principio. Porque piedad no es otra cosa que la devoción a las cosas santas, es decir, deseo de Dios. Bien podríamos preguntarnos, entonces, por qué el deseo de Dios no lo enlista Pedro al inicio de su recomendación. La respuesta puede resultar muy sencilla: no se puede desear a Dios bíblicamente si no se ha agregado a la fe conocimiento, al conocimiento dominio propio y al dominio propio la paciencia.
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