2 Pedro 1.3-11
Construir sin cimientos lleva a la ruina. Pero, construir solo los cimientos no hace la casa, y la inversión inicial termina convirtiéndose en pérdida total. En asuntos de la fe sucede algo similar. Quien construye su fe en meras experiencias, sentimientos o emociones, corre el riesgo de terminar confundido, defraudado y en fracaso. Quien solo llega al nivel inicial del caminar cristiano, la fe, pronto encontrará que la misma no es suficiente, ni tiene sentido a menos que se siga adelante en el conocimiento y servicio de Cristo.
Para Pedro no es suficiente con tener fe. A esta hay que agregarle otros valores. El primero de ellos es la virtud. Es este un término interesante. Su primer significado es “[el] estado de una cosa que constituye su excelencia propia y la capacidad para realizar bien su función”. Los Padres de la Iglesia, sucesores del liderazgo apostólico, consideraron como virtudes cardinales las siguientes cuatro: prudencia (sabiduría), fortaleza, templanza y justicia. Dado que según el diccionario virtud es también la potestad de obrar, entendemos que los creyentes hemos sido capacitados para actuar con excelencia en el cultivo de tales virtudes.
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