Archive for the ‘Conflicto’ category

Restaura en mi la alegría de tu salvación

18 diciembre, 2016

Salmos 51 NTV

El Salmo 51 hace evidente que David era un hombre en conflicto. Vivía una realidad que era ajena a su ser. Lo que hacía no estaba en correspondencia con lo que David sabía que era. Él era un hombre temeroso de Dios que había pecado. Era un hombre sensible y deseoso de agradar al Señor; al mismo tiempo, el mismo que actuaba egoístamente, lastimaba a otros y terminaba ofendiendo a aquel a quien deseaba agradar.

El conflicto de David era provocado por el hecho de que lo que hacía, por más que abundara en ello, no lo hacía otra persona. La abundancia de su pecado, lo frecuente de sus faltas, no lograban transformarlo en una persona diferente. No lograban quitar su temor de Dios, ni acallaban el llamado de su corazón para buscar el rostro del Señor. Muchos de nosotros podemos comprender el conflicto de David. Amamos a Dios, sin lugar a dudas, pero igual lo ofendemos. Nuestras muchas faltas no logran destruir nuestro amor por lo bueno y nuestro deseo de vivir dignamente.

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Eso de creer en Jesús y su palabra

26 junio, 2016

Marcos 16

Creo que más de alguna vez los cristianos llegamos al momento en el que pensamos que, si hubiéramos conocido personalmente a Jesús, la historia de nuestra fidelidad sería diferente. Hubiéramos sido más santos, más perseverantes, más fieles, etc. Sin embargo, la historia de aquellos que anduvieron con el Señor no parece dar sustento a nuestras especulaciones. La historia de quienes olieron el aliento del Señor -que así de cerca de él estuvieron- resulta muy parecida a la nuestra: incrédulos, traidores, desconfiados, inconstantes en su caminar cristiano, etc.

Si he de hacerla de Abogado del Diablo de los compañeros de Jesús, sólo apuntaría en su defensa –cuando menos en un intento de explicación de sus altibajos-, que el caminar al lado de Jesús expone a las personas a una constante de tensión, les obliga a responder a cosas no conocidas e incomprensibles, a estar a la altura de circunstancias que, nunca en la vida, se le ocurriría a nadie que tendría que enfrentar. Como eso de que, al que vieron morir en la cruz y ya había sido sepultado, vivía y los mandaba llamar para encontrarse con ellos.

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No le des al diablo más de lo que ya te quitó

24 abril, 2016

Gálatas 5.7-15 NTV

Nos dicen que eso de hablar del diablo es una tontería. Sin embargo, no debemos olvidar que nuestro Señor Jesús conoció personalmente al diablo y aseguró que el diablo ha venido para robar, matar y destruir. Juan 10.10; Lucas 4 Siempre ha llamado mi atención la progresión utilizada por Jesús para describir la obra de nuestro enemigo: roba, mata y destruye. Me veo tentado a preguntarme, ¿no es suficiente con las dos primeras? Parece que no, el término usado por Jesús para destruir significa, literalmente, sacarlo del camino, o enviarlo directo al infierno. De tal suerte, podemos entender el que nuestros conflictos y tragedias frecuentemente se convierten en una espiral de destrucción. Como lo hace un tornado, dan tantas vueltas a nuestra vida que terminan destruyendo mucho más de lo que perdimos inicialmente.

En el caso de los gálatas, Pablo se refiere a la progresión destructiva que ha seguido al impacto inicial de la enseñanza judaizante. A la perversión del Evangelio, misma que los separa de Cristo y les hace caer de la gracia (5.1-7), se suma el rompimiento de la unidad (4.12-17), la aparición de sentimientos vengativos (5.12), la degradación moral, individual y corporativa (5.13), y, finalmente, el riesgo de la destrucción total de la comunidad, mismo que implica la aparición de actitudes y hechos totalmente deplorables. (5.15) Sin embargo, una y otra vez el Apóstol parece responsabilizar a los gálatas del deterioro que están viviendo. Y, también, una y otra vez los exhorta para que sean ellos quienes tomen las medidas y a que actúen en consecuencia con lo que han recibido. Es cierto que desprecia a los judaizantes, como elementos exógenos, extraños, que se han infiltrado entre ellos. Pero, no les pide a estos que dejen en paz a los gálatas sino a estos mismos a que se esfuercen para vivir en congruencia con su condición de espirituales. (6.1,2) Y, desde luego, Pablo no le echa la culpa al diablo por la degradación de los gálatas.

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