Gálatas 5.7-15 NTV
Nos dicen que eso de hablar del diablo es una tontería. Sin embargo, no debemos olvidar que nuestro Señor Jesús conoció personalmente al diablo y aseguró que el diablo ha venido para robar, matar y destruir. Juan 10.10; Lucas 4 Siempre ha llamado mi atención la progresión utilizada por Jesús para describir la obra de nuestro enemigo: roba, mata y destruye. Me veo tentado a preguntarme, ¿no es suficiente con las dos primeras? Parece que no, el término usado por Jesús para destruir significa, literalmente, sacarlo del camino, o enviarlo directo al infierno. De tal suerte, podemos entender el que nuestros conflictos y tragedias frecuentemente se convierten en una espiral de destrucción. Como lo hace un tornado, dan tantas vueltas a nuestra vida que terminan destruyendo mucho más de lo que perdimos inicialmente.
En el caso de los gálatas, Pablo se refiere a la progresión destructiva que ha seguido al impacto inicial de la enseñanza judaizante. A la perversión del Evangelio, misma que los separa de Cristo y les hace caer de la gracia (5.1-7), se suma el rompimiento de la unidad (4.12-17), la aparición de sentimientos vengativos (5.12), la degradación moral, individual y corporativa (5.13), y, finalmente, el riesgo de la destrucción total de la comunidad, mismo que implica la aparición de actitudes y hechos totalmente deplorables. (5.15) Sin embargo, una y otra vez el Apóstol parece responsabilizar a los gálatas del deterioro que están viviendo. Y, también, una y otra vez los exhorta para que sean ellos quienes tomen las medidas y a que actúen en consecuencia con lo que han recibido. Es cierto que desprecia a los judaizantes, como elementos exógenos, extraños, que se han infiltrado entre ellos. Pero, no les pide a estos que dejen en paz a los gálatas sino a estos mismos a que se esfuercen para vivir en congruencia con su condición de espirituales. (6.1,2) Y, desde luego, Pablo no le echa la culpa al diablo por la degradación de los gálatas.
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