Archive for the ‘Gálatas’ category

No le des al diablo más de lo que ya te quitó

24 abril, 2016

Gálatas 5.7-15 NTV

Nos dicen que eso de hablar del diablo es una tontería. Sin embargo, no debemos olvidar que nuestro Señor Jesús conoció personalmente al diablo y aseguró que el diablo ha venido para robar, matar y destruir. Juan 10.10; Lucas 4 Siempre ha llamado mi atención la progresión utilizada por Jesús para describir la obra de nuestro enemigo: roba, mata y destruye. Me veo tentado a preguntarme, ¿no es suficiente con las dos primeras? Parece que no, el término usado por Jesús para destruir significa, literalmente, sacarlo del camino, o enviarlo directo al infierno. De tal suerte, podemos entender el que nuestros conflictos y tragedias frecuentemente se convierten en una espiral de destrucción. Como lo hace un tornado, dan tantas vueltas a nuestra vida que terminan destruyendo mucho más de lo que perdimos inicialmente.

En el caso de los gálatas, Pablo se refiere a la progresión destructiva que ha seguido al impacto inicial de la enseñanza judaizante. A la perversión del Evangelio, misma que los separa de Cristo y les hace caer de la gracia (5.1-7), se suma el rompimiento de la unidad (4.12-17), la aparición de sentimientos vengativos (5.12), la degradación moral, individual y corporativa (5.13), y, finalmente, el riesgo de la destrucción total de la comunidad, mismo que implica la aparición de actitudes y hechos totalmente deplorables. (5.15) Sin embargo, una y otra vez el Apóstol parece responsabilizar a los gálatas del deterioro que están viviendo. Y, también, una y otra vez los exhorta para que sean ellos quienes tomen las medidas y a que actúen en consecuencia con lo que han recibido. Es cierto que desprecia a los judaizantes, como elementos exógenos, extraños, que se han infiltrado entre ellos. Pero, no les pide a estos que dejen en paz a los gálatas sino a estos mismos a que se esfuercen para vivir en congruencia con su condición de espirituales. (6.1,2) Y, desde luego, Pablo no le echa la culpa al diablo por la degradación de los gálatas.

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Como un poquito de levadura

10 abril, 2016

 

Gálatas 5

Sabemos del malestar del Apóstol Pablo por la condición de la iglesia en Galacia. Se asume horrorizado (1.6), los acusa de estar hechizados y los llama: tontos, estúpidos NBE-NBD. (3.1) Todo porque no habían podido permanecer fieles al evangelio que él mismo les había enseñado. Incapaces de discernir el engaño de los maestros judaizantes, se convirtieron en seguidores de un falso evangelio. (1.6-7) Tal condición no sólo los hace retroceder en su experiencia religiosa, sino que, de plano, los ha hecho caer de la gracia. (5.4)

Esta es una expresión difícil y definitoria de la condición o estado espiritual de quienes se deciden a seguir un evangelio desvirtuado. El argumento paulino es que los gálatas han llegado a tener una relación de armonía y comunión con Dios, por pura gracia. Porque Dios los escogió y los preparó para que ellos pudieran creer las buenas noticias de Jesucristo. Estas consisten en el hecho de que, en Cristo, somos libres de la esclavitud de la ley y, por tanto, de la esclavitud del pecado. Estas dos expresiones de la misma esclavitud son las que tenían separados a los hombres de Dios y, cuando los gálatas, como cualquiera de nosotros vuelve a ser esclavo de alguna de ellas, nos encontramos desamparados, fuera del espacio de la gracia y, por lo tanto, nuevamente en la esclavitud de la carne. La de nuestras pasiones y limitaciones.

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Todos ustedes son hijos de Dios

13 marzo, 2016

Gálatas 3.26-28

Jesús prometió que el Espíritu Santo nos guiará a toda verdad. Juan 3.16 Tal nuestra convicción, tal nuestra confianza. En virtud de ello conviene considerar que la comprensión del qué, del cómo, de cuándo y del adónde, requiere, primero, de la convicción del quién. Cuestión toral, básica de la vida es saber quiénes somos. La conciencia de nuestra identidad, la capacidad para saber quiénes somos, a diferencia de quién hemos aprendido a ser, resulta una cuestión determinante en la comprensión del sentido, el propósito, de nuestra vida y la pertinencia de las relaciones que establecemos y las tareas que realizamos.

Sin embargo, sucede que las dinámicas relacionales en las que participamos desde antes de nuestro nacimiento contribuyen al desarrollo de una conciencia de identidad deformada. Bajo la influencia del pecado, las personas dejan de ser quienes en realidad son y se convierten en caricaturas de sí mismas. Son influenciadas negativamente por quienes tampoco tienen una conciencia sana acerca de su identidad. Se creen así ambientes enfermos, disfuncionales, pecaminosos. En estos, las personas se ven presionadas a ser lo que los demás han determinado y esperan que sean, aun cuando ello vaya en contra de la dignidad propia y contribuya a una espiral perversa en la que cada vez más se aleja uno de su verdadera identidad y vive confundido y desgastándose tratando de ser lo que no es. Romanos 1.21-25

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