Archive for the ‘Comunión con Dios’ category

La tierra produce por sí misma

22 noviembre, 2015

Marcos 4.26-29

Con toda seguridad, esta semana hemos hecho y dejado de hacer por amor a Dios. No ha sido fácil, pero hemos procurado establecer un equilibrio entre nuestras emociones y pensamientos; al mismo tiempo hemos procurado agradar a Dios cultivando nuestro intelecto, aprendiendo cosas nuevas y, también, hemos estado dispuestos a servirle con determinación. Hemos sacrificado algunos de nuestros derechos, aún a costa de nuestro personal sufrimiento, en aras de que él sea glorificado en nuestra vida.

Nuestro pasaje forma parte de una triple referencia agrícola, incluyendo además de nuestra parábola, la del Sembrador y la de la semilla de mostaza. Entre nuestra historia y la del sembrador hay una diferencia que debemos atender: en la parábola del sembrador, la semilla es la Palabra y la tierra representa al que la escucha. En la parábola del crecimiento de la semilla, esta representa el quehacer del creyente y la tierra al área de influencia del mismo que, sin embargo, tiene una dinámica propia.

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Pero ninguno les creyó

25 enero, 2015

Marcos 16

Creo que más de alguna vez los cristianos llegamos al momento en el que pensamos que, si hubiéramos conocido personalmente a Jesús, la historia de nuestra fidelidad sería diferente. Hubiéramos sido más santos, más perseverantes, más fieles, etc. Sin embargo, la historia de aquellos que anduvieron con el Señor no parece dar sustento a nuestras especulaciones. La historia de quienes olieron el aliento del Señor, así de cerca de él estuvieron, resulta muy parecida a la nuestra: incrédulos, traidores, desconfiados, inconstantes en su caminar cristiano, etc.

Si he de hacerla de Abogado del Diablo de los compañeros de Jesús, sólo apuntaría en su defensa –cuando menos en un intento de explicación de sus altibajos-, que el caminar al lado de Jesús expone a las personas a una constante de tensión, les obliga a responder a cosas no conocidas e incomprensibles, a estar a la altura de circunstancias que nunca en la vida se le ocurriría a cualquiera que tendría que enfrentar. Como eso de que, al que vieron morir en la cruz y ya había sido sepultado, vivía y los mandaba llamar para encontrarse con ellos.

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Para alabanza de su gloria

18 enero, 2015

Efesios 1.11-12; 3.10-11, 21

… A todos los que llevan mi nombre, a los que yo creé y formé, a los que hice para gloria mía. Isaías 43.7

En el ser de la persona se encuentra el quehacer de la misma. Quién eres determina cuál es tu tarea. Sabemos que somos creados por Dios a imagen y semejanza suya. Los creyentes, además de que somos hechura de Dios, somos creados en Cristo Jesús para buenas obras. Ef 2.10. Fijémonos que a la definición de nuestra identidad, sigue la declaración de nuestro propósito: para buenas obras.

Si los creyentes somos el Cuerpo de Cristo y miembros cada uno en lo particular (1 Co 12.27); luego entonces, nuestro tema tiene que ver tanto con nuestra identidad como con nuestra tarea. ¿Para qué somos Iglesia?, cabe preguntarnos. ¿Qué es lo que se espera que hagamos?, sería otra manera de formular la misma pregunta.

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