Archive for the ‘Aprecio de Dios’ category

¿Por qué te turbas dentro de mí?

23 septiembre, 2018

Salmo 42

En la meditación introductoria al presente ciclo propusimos, considerando el poema La Ciudad: Algo que conviene que asumamos es que la ciudad irá siempre en nosotros. Es decir, que hay cosas en nosotros que son parte de lo que somos y que tendremos que aprender a vivir con ello, donde estemos. Y que, en tratándose de nuestros excesos u omisiones, estos o sus consecuencias irán con nosotros a donde quiera que vayamos. Con ello quisimos establecer que hay eventos y circunstancias en la vida que tienen el poder para afectar nuestro presente a menos que los asumamos y dimensionemos adecuadamente.

(más…)

Convicción y confianza

25 febrero, 2018

Hebreos 11.27

Con frecuencia los creyentes enfrentamos circunstancias en las que no podemos sentir a Dios. Estas están asociadas a las experiencias del desierto, es decir, cuando la vida no parece tener sentido, se vuelve plana y sin mayores motivaciones. En días recientes alguien me contaba su desazón y la confusión resultante. Ingenuamente me lanzó un reto: Pero, esto es algo que ustedes los pastores no experimentan, dijo. Cuando le compartí que es esta una experiencia común a todos y, desde luego, a los pastores, me pidió que le dijera cómo yo enfrento tales circunstancias. Aquí cumplo mi promesa en la confianza de que podrá ser útil a alguno que otro.

(más…)

Tu palabra en mi interior

22 octubre, 2017

Jeremías 20.1-11

“Pero ¿su llamamiento permanece?, me preguntó una mujer en el doloroso proceso que siguió al descubrimiento de la infidelidad de su marido, co-pastor de una creciente congregación metropolitana. “Y el tuyo también”, fue mi respuesta. Y, es que -me pareció-, la mujer sólo advertía la crisis del llamamiento en su marido porque identificaba el mismo como el área de ministerio, la tarea específica que su marido había recibido para ministrar dentro del cuerpo de Cristo.

Pero, como hemos dicho, el llamamiento, la vocación cristiana, es el llamado que cada creyente recibe para vivir el todo de su vida honrando en todo a Dios. Tanto en sus aciertos como en sus errores, en la alegría como en la decepción, el creyente es llamado a vivir de tal manera que su vida dé testimonio de la realidad de Cristo en él y contribuya, de esa manera, a que el Señor sea glorificado. Es de esta manera en que los creyentes somos testigos de Cristo. Hechos 1.8 Como tales hacemos evidente su realidad, hemos dicho, pero también el poder regenerador de su presencia en el día a día de los hombres. 1 Juan 3.8; Juan 10.10

(más…)