Juan 13.1-17
Alguna vez, el Señor Jesús comparó a los que estudian sabiamente las Escrituras con un padre de familia que “de lo que tiene guardado saca cosas nuevas y cosas viejas.”[i] Así, al acercarnos una vez más, y fuera del tradicional entorno de la Semana Santa, a este pasaje lo hacemos con el propósito de recordar lo ya sabido y aprender lo que el Señor ahora nos revela.
Empecemos por el final. Después de haber lavado los pies a sus discípulos el Señor procede a enseñarles el significado de tal acción. Lo hace ordenándoles que le imiten en su disposición de servir al prójimo, y termina su exhortación con una declaración críptica, misteriosa: la felicidad, la dicha de los discípulos depende de que ellos entiendan estas cosas y las pongan en práctica.
Obviamente, cuando el Señor se refiere a las cosas que hay que entender y poner en práctica, no se trata, en estricto sentido, del mero acto de lavarles los pies. Más bien, el Señor se refiere a un nuevo modelo de relación entre sus seguidores, mismo que les ha de distinguir respecto del cómo se relacionan entre sí los que no lo conocen, pero, sobre todo, que ha de evidenciar el espíritu que les mueve.
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