2 Samuel 13
Conforme pasa el tiempo es común que surja en uno de los miembros de la pareja, o en ambos, la sensación, o convicción, de “ya no estar enamorado”. La persona se cuestiona, no solo si “ya no ama” a su pareja; sino, si en verdad la habrá amado alguna vez. La expresión más común, la que identifica esta circunstancia es: “ya no siento”, o alguna de sus variantes.
Desde luego, quien pasa por tal circunstancia entra en crisis, al mismo tiempo que, conciente e inconcientemente, induce la aparición, o el fortalecimiento, de factores estresantes a su relación de pareja. Desafortunadamente es la ignorancia, respecto de la dinámica de las relaciones afectivas, así como la desinformación al respecto, la causa principal del malestar, los sentimientos de culpa resultantes y, en no pocos casos, de la erosión de las relaciones matrimoniales. Además, también resulta frecuente que se interprete o exprese al través del ya no siento, lo que en realidad son emociones y sentimientos de molestia, hartazgo y decepción respecto del otro, o de uno mismo.
Conviene tener presente que el enamoramiento es la fase de la relación de pareja que está determinada por las emociones que son fruto de las sensaciones físicas. La Real Academia Española, define el enamorar, como “el excitar en alguien la pasión del amor, el prendarse de amor de alguien, el aficionarse a algo”. De tales definiciones puede deducirse que la fuerza del enamoramiento no está en el ser amado, sino en las expectativas, prejuicios y necesidades existenciales del enamorado.
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