Efesios 6.13 NTV
El reto planteado por el coronavirus ha dejado de ser un asunto chino, para convertirse en un asunto nuestro. Afecta ya nuestro aquí y nuestro ahora y altera, poco a poco, el todo de nuestra vida diaria. Así, la crisis se está personalizando, ya es un asunto en el que cada quien la enfrenta individual e interiormente, antes de hacerlo familiar y socialmente. Desde luego, son el temor, la confusión y la inseguridad los elementos más comunes ante el reto enfrentado. Y, dado que esta pandemia está haciendo iguales a todos, sin distinción de razas, niveles socioeconómicos, preparación, creencias, etc., está también revelando cuán iguales y frágiles resultamos todos ante los retos torales de la vida.
En la vida hay cosas que no pueden hacerse bien si no terminamos otras antes. Cuando lo que se ha hecho muestra su error e irrelevancia o su falta de sentido y de resultados positivos, es tiempo de dejarlo, de abandonarlo para siempre. Lo nuevo requiere del término de lo viejo.
La Biblia mide la vida en días. Estos son las etapas que hacen la vida. Uno a uno, paso a paso, los días van haciendo el todo de la vida. Aún, Dios mismo vive y actúa día a día. Las referencias bíblicas al respecto son muchas y muy interesantes. No sólo se indica que creó al mundo en seis días, sino que el profeta Daniel llama a Dios, el Anciano de días. Daniel 7.22 El término usado por Daniel resulta de por sí interesante. De acuerdo con Strong, se trata de un espacio de tiempo que adquiere su sentido por un elemento común. En este caso, el elemento que da sentido a la expresión de Daniel es la obra que Dios mismo realiza.
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