Génesis 2.24
La familia empieza siendo la pareja. Son los esposos quienes se unen inicialmente, por lo que los hijos son sólo consecuencia del ser familia de la pareja. La unión de la pareja, la calidad y fortaleza de esta, determina el carácter de la familia. Resulta interesante que el término hebreo dabaq, que se traduce como: se unirá a su mujer, significa literalmente: pegarse, adherirse a. Del mismo término vienen las palabras cola o pegamento.
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Estudiosos de la conducta humana proponen que es la mente el principal campo de batalla de las personas. Joyce Meyer, conocida escritora, asegura: Nuestros pensamientos nos meten en problemas más que ninguna otra cosa. Esto es porque nuestros pensamientos son las raíces de cada palabra y hecho. A Mahatma Gandhi se le atribuye haber dicho: La persona que no está en paz consigo misma, será una persona en guerra con el mundo entero. Y, nuevamente Joyce Meyer asegura: Preocupación, duda, depresión, enojo y sentimientos de condenación: todos ellos son ataque a la mente.
He escogido este pasaje (vs 39), para que tengamos presente que las relaciones matrimoniales tienen fin, se acaban. De acuerdo con Pablo, la vigencia del vínculo matrimonial está determinada por la vida de los cónyuges. De ahí el hasta que la muerte nos separe, frase con la que establecemos el límite de nuestro compromiso matrimonial. Pero, nuestro pasaje también considera el que la relación matrimonial puede acabarse antes de que uno de los cónyuges muera. Esta salvedad tiene que ver con el conflicto que resulta cuando uno de los cónyuges decide no seguir a Cristo. En tal caso, recomienda el Apóstol, quien sí sirve a Cristo debe dejar que el otro se vaya.
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