2Timoteo 3.16,17
A la luz de la gran polémica desatada por la promoción de los llamados matrimonios igualitarios en México, han surgido muchas voces acusando a la fe cristiana, y a la Biblia en particular, como la expresión más alta del conservadurismo moral. Cierto es que la forma en la que quienes pretenden defender lo que ellos llaman el matrimonio natural, da lugar, en cierto modo, a tales acusaciones. Sobre todo, cuando se pretende imponer modelos únicos para cuestiones que han evolucionado y con toda seguridad lo seguirán haciendo, tales como los modelos familiares.
Tal discusión nos da la oportunidad de considerar que lo que llamamos la vida cristiana, incluye aspectos morales y éticos que son expresión contundente de la fe y del compromiso del creyente. Hebreos 12.14 nos anima a procurar llevar ‹‹una vida santa porque los que no son santos no verán al Señor››. Tradicionalmente se ha interpretado tal invitación haciéndose un énfasis en la pureza moral del creyente, aunque el término más bien se refiere a la consagración que el cristiano hace de su vida al Señor. De cualquier modo, ello sí implica que asumamos la santidad como pureza moral, aunque la misma, contra lo que muchos consideran, no sea un fin en sí misma sino un recurso para poder consagrar el todo de nuestra vida a Dios.
Comentarios