Efesios 6.13 NTV
El reto planteado por el coronavirus ha dejado de ser un asunto chino, para convertirse en un asunto nuestro. Afecta ya nuestro aquí y nuestro ahora y altera, poco a poco, el todo de nuestra vida diaria. Así, la crisis se está personalizando, ya es un asunto en el que cada quien la enfrenta individual e interiormente, antes de hacerlo familiar y socialmente. Desde luego, son el temor, la confusión y la inseguridad los elementos más comunes ante el reto enfrentado. Y, dado que esta pandemia está haciendo iguales a todos, sin distinción de razas, niveles socioeconómicos, preparación, creencias, etc., está también revelando cuán iguales y frágiles resultamos todos ante los retos torales de la vida.
Si podemos contar los días es porque estos son pocos y limitados, se acaban. Por ello es por lo que los días, y sobre todo los días de los que amamos, nunca sobran, siempre son pocos. Mi padre murió antes de que mis ojos se llenaran de él, dijo un hombre joven. Eva Estrada bien pudo, debió, vivir muchos días más. Aunque, pensándolo bien, me temo que todos los que viviera no habrían sido, ni siquiera parecido, suficientes. Pero, ella que se distinguió por su generosidad nos deja algo más, la oportunidad de reflexionar en voz alta sobre lo que implica el que los días sean pocos y tengan límite.
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