Lucas 22.31-34
Si de algo nos llenamos las manos en la vida es de decepciones. Con frecuencia nos encontramos que la confianza depositada en otros no es honrada por ellos y actúan en forma diametralmente opuesta a lo que esperábamos de ellos. Es esta la razón de la pérdida de la esperanza, de la confianza y aún del interés en seguir adelante. Mientras más cercana a nosotros la persona que nos decepciona, mayor el conflicto que experimentamos, la tristeza que sufrimos.
No conviene olvidar que cuando Pablo anima a los filipenses a que no se inquieten por nada, él está en la cárcel y ellos están llevando su vida de manera normal. Algo debe haber en esas personas que, aun cuando están enfrentando situaciones tan adversas, pueden ocuparse de consolar y animar a quienes están en mejores condiciones que ellas.
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