Jesús no vivía para sí mismo. Sus prioridades no eran ni su felicidad personal, ni su familia, ni su prosperidad material, etc. En fin, esas cosas que son las que explican y dan sentido a la vida de muchos. Dos cosas eran las determinantes en Jesús: Su comunión su Padre y la realización de la tarea que le había sido encomendada.
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Vivir, para Dios o para nosotros
12 enero, 2025Pongamos la vida
27 enero, 2019Colosenses 3.23,24
Antes de que entremos en la consideración particular del qué son y para qué sirven cada uno de los dones espirituales en particular, conviene que recuperemos esta reflexión. La misma nos ayuda a comprender la intensidad debida en el ejercicio de los dones y la importancia del servicio a Dios que se expresa, siempre, a partir de nuestro servicio a los demás.
En la declaración paulina que sirve como sustento de nuestra reflexión, la palabra pas, “significa radicalmente todo”. Es decir, da a las palabras del Apóstol una carga totalitaria, por lo que no hay nada del pensar, hablar y quehacer del creyente que quede fuera de la admonición: [todo] háganlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. NBLH
La razón, el sentido, de la vida
15 enero, 2017Mateo 16.21-27
La vida es un don. Primero, porque es un privilegio extraordinario el tener vida, existir. También lo es porque, para los seres humanos, la vida es mucho más que energía, fuerza, aliento. A esto, que los hombres comparten con los animales y las plantas, las personas agregan el privilegio de haber sido creados a imagen y semejanza de Dios. Así que la vida da a mujeres y hombres la oportunidad de vivir en comunión con el Señor.
Vale la pena caer en el lugar común y asegurar que la vida es bella. Dios, a quien puede considerarse “hombre céntrico”, ha creado todas las cosas en función del hombre. La belleza de la Creación no solo refleja el carácter de Dios, sino que tiene como objetivo el enriquecer a los seres humanos, animar en ellos el gusto por, y el cultivo de, lo bueno y lo bello. Además, lo que Dios ha creado acompaña al hombre, brindándole la oportunidad de ser, él mismo, co creador con el Señor de la Creación. Este, quizá, sea uno de los dones aparejados al de la vida que más valioso resulta: las personas tienen la capacidad de producir, de re-crear, a partir de lo que Dios ha hecho y así, valga la pretensión, contribuir al enriquecimiento de lo que Dios ha creado.

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