Salmo 24 TLAD
La cuestión de la mayordomía cristiana sólo puede comprenderse a la luz del concepto del señorío de Dios. Sólo aquellos que reconocen que Dios es Señor, su Señor, pueden vivir como mayordomos, es decir, como administradores de los bienes que han recibido como encargo y con un propósito particular. Como consecuencia, el mayordomo se asume beneficiario de los dones –bienes tangibles e intangibles- puestos a su cuidado, al mismo tiempo que reconoce el propósito inherente a tal beneficio: capacitarlo para cumplir de mejor manera con la tarea recibida.
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