Posted tagged ‘Fidelidad’

El que Pone la Mano en el Arado

7 septiembre, 2014

Lucas 9.57-62

Lo que Dios pide de nosotros muchas veces va en contra de nuestros intereses, cierto. Pero ello no significa que vaya en contra de nuestro bienestar.

Todos los que son llamados por Dios llegan a momentos cruciales en sus vidas. Son momentos en los que el mandato interior, derivado del llamado, pone en riesgo nuestros propios planes y el cumplimiento de nuestros deseos. En tales momentos generamos una manipulación conciente e inconciente, para no permitir que el llamado y su tarea derivada, alteren nuestra dinámica cotidiana.

Lucas expone cómo las prioridades resultantes de nuestros temores se contraponen al cumplimiento de nuestra tarea. Tales temores tienen que ver tanto con la provisión para nuestras necesidades (el miedo a morir, diría Batista), como con la necesidad de trascender, de hacer algo que nos asegure el reconocimiento y el aprecio de los otros (el miedo a no ser alguien y a no ser apreciados).

(más…)

Si Ustedes Permanecen en Mí

24 febrero, 2014

Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pueden pedir lo que quieran, ¡y les será concedido! Juan 15.7 NTV

Cuando el Señor nos invita a permanecer en él lo que está haciendo es animarnos a cultivar la relación íntima con él. Esta comunión se sustenta en la realidad de su amor, él nos ama incondicionalmente. Pero, también requiere de nuestra disposición a sabernos amados y, por lo tanto, disponernos a amar a Dios por sobre todas las personas y cosas que hacen nuestra vida.

Cultivar la comunión con Dios no es otra cosa sino el vivir re-sintonizando nuestro día a día con él. Es decir, procurando estar de acuerdo con lo su voluntad, es decir, con aquello que él ha establecido como lo bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto, en todas las cosas que pensamos, sentimos y hacemos cotidianamente. Romanos 12.1, 2 DHH.

(más…)

Que se porten como deben hacerlo

12 enero, 2014

Efesios 4.1

En Cristo, nosotros, los cristianos, somos diferentes. Diferentes a como éramos nosotros mismos antes de Cristo y, desde luego, diferentes a quienes no sirven a Cristo. La Biblia enseña que hemos renacido, es decir, que hemos sido creados de nuevo y, por lo tanto, no sólo somos creaturas nuevas (2 Co 5.17), sino que tenemos una nueva manera de pensar (2 Ti 1.7). Esta nueva manera de pensar tiene que ver con el propósito que da sentido a nuestra vida. Requiere de una constante renovación del espíritu de nuestra mente, de la manera en que juzgamos todas las cosas (Ef 4.23), así como de una forma de vida que tiene como característica principal el llamamiento que hemos de parte del Señor. En esencia, lo que nos hace diferentes es que hemos sido llamados por Dios para que seamos su pueblo.

Ser el pueblo de Dios es una cuestión privilegiada que garantiza la disposición de los recursos necesarios para vivir una vida equilibrada, plena y fructífera. En la historia del pueblo de Israel encontramos, una y otra vez, promesas de bendición que abarcaban el todo de la vida de los israelitas. Desde luego, una relación privilegiada con Dios, pero también bendiciones de prosperidad personal, familiar y como nación. Sin embargo, al acercarnos a la historia sagrada descubrimos que Israel fue incapaz de alcanzar la plenitud de las promesas recibidas. En consecuencia, no sirvió para el propósito divino y tampoco fue el instrumento para que Dios bendijera a las naciones todas. La razón última de tal fracaso fue la falta de integridad del pueblo de Dios.

(más…)