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La vida es la vida, es lo que es. No es todo la justa que uno deseara (y ¡qué bueno!), no es lo que creemos, ni mucho menos, lo que nos gustaría. Sí, la vida es lo que es. La nuestra está influenciada, casi determinada, por elementos internos y externos. Es decir, por cuestiones que se bien se originan en nuestro interior o que son generados por personas y situaciones ajenas a nosotros. Tal el caso de José.
En la vida hay cosas que no pueden hacerse bien si no terminamos otras antes. Cuando lo que se ha hecho muestra su error e irrelevancia o su falta de sentido y de resultados positivos, es tiempo de dejarlo, de abandonarlo para siempre. Lo nuevo requiere del término de lo viejo.
Una de las canciones que han servido como el signo de los tiempos modernos es A Mi Manera. Y es que en todos nosotros persiste el ideal de ser y hacer como a nosotros nos parece, incluyendo nuestro ser cristianos. No somos pocos los que queremos ser cristianos a mi manera. Sin embargo, nuestro pasaje nos recuerda que el ser cristiano es una carrera especial: con una ruta marcada, con una meta definida y con reglas específicas que deben ser observadas cuidadosamente.
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