Génesis 28.16-17
Hoy celebramos nuestros Cultos Regionales en diferentes hogares de nuestra congregación. Al estar orando y preparando la liturgia para tales Cultos, vino a mi mente la historia de Jacob cuando huía de su hermano Esaú. Cansado, y llegada la noche, decidió dormir, usó una piedra como almohada y pronto se quedó dormido. Soñó. En su sueño vio una escalera que subía hasta el cielo, los ángeles bajaban y subía por ella.
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Si las disciplinas devocionales tienen como propósito el fortalecer nuestra comunión con Dios, luego entonces, al congregarnos se hace evidente la plenitud de tal comunión al participar de la misma con nuestros hermanos en la fe. Juan asegura que no podemos decir que amamos a Dios si no amamos a nuestros hermanos. En el mismo sentido podemos decir que no podemos estar en comunión con Dios si no estamos en comunión con nuestros hermanos. Más aún, la comunión con nuestros hermanos es evidencia e indicador de la profundidad de nuestra comunión con el Señor. La razón es sencilla, la iglesia es el cuerpo de Cristo. Ahí donde está Cristo está la iglesia y donde la iglesia, Cristo.
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