Salmos 34.1-11
Alguien ha dicho que la generación actual es una generación movida por el miedo. Sin embargo, las circunstancias que enfrentamos, derivadas de la pandemia del coronavirus, hacen que sea el miedo la emoción que ha afectado a todos o a casi todos. Niños, adolescentes, jóvenes, adultos, ancianos. Todos tienen miedo, aunque los miedos de unos y otros tengan diferentes enfoques y razones diversas. Los individuos tienen miedo de las circunstancias, pero, también de sí mismos y de las demás personas. Cada día tenemos más motivos para vivir con miedo. Tenemos miedo de lo que pasa y de lo que puede pasar: a nosotros, a los que amamos. Sobre todo, tenemos miedo de lo que pasa en nosotros mismos: pensamientos, deseos, conflictos.
Del ser de Dios y del ser de las personas, de esto tratan los relatos del nacimiento de Jesús. En estos encontramos testimonio del carácter sobrenatural de Dios y del ser plenamente humanos, de los personajes de la Navidad. Por eso me resulta importante y hermoso el canto de María, este exalta la grandeza del Señor al mismo tiempo que se refiere a las limitaciones, los conflictos y las esperanzas de las personas. Más aún, el canto de María me resulta interesante porque evidencia las convicciones y las esperanzas de quien inició en este proceso teniendo miedo. La que canta con tanto valor y esperanza es la misma a quien invitaron a no tener miedo.
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