Archive for the ‘Sentido de la Vida’ category

Eutanasia. Mejor morir que vivir así.

13 septiembre, 2015

Job 7.13-15

Serie de meditaciones pastoralesTener consciencia de nuestra muerte da sentido a nuestra vida. Saber que la vida tiene un límite, que se trata de una oportunidad temporal, nos permite replantear los dones que la misma nos ofrece y dimensiona la importancia del propósito de nuestra vida dado que el tiempo para nuestra tarea es finito. Juan Ramón de la Fuente cita a San Agustín: Sólo la aceptación de la muerte hace posible dar a la vida su verdadero valor. Y, ante la finitud de la vida y la importancia de la tarea recibida, el Salmista pide a Dios: Enséñanos a entender la brevedad de la vida, para que crezcamos en sabiduría. Salmos 90.12

Uno de los engaños que frecuentemente asumimos como verdad vital es que la vida, nuestra vida, es un fin en sí misma. Hemos aprendido a creer que vivimos para vivir. Así, el sentido de la vida es la vida. Sin embargo, la razón de ser de nosotros está fuera de nosotros. Como creyentes creemos que hemos sido creados para honrar y alabar a Dios. Como discípulos de Cristo asumimos que vivimos para cumplir la tarea que él nos encargó: predicar su evangelio y multiplicarnos en otros discípulos. Esto es de suma importancia porque el sentido, la razón de la vida, que asumimos como propio determina la dirección que damos a nuestra existencia. Es decir: las tareas que asumimos como propias, las alianzas que consideramos adecuadas, las prioridades de nuestra inversión vital, los sacrificios que estamos dispuestos a hacer y, sobre todo, la inversión que hacemos en nosotros mismos para seguir viviendo.

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Pues somos la obra maestra de Dios

19 julio, 2015

Efesios 2.1-10

Este es un hermoso e impactante pasaje de la Palabra de Dios. Se refiere a nuestro antes y después de Cristo. Descubre la profundidad del amor y la misericordia divinas. Destaca la importancia y el poder de la gracia que hemos recibido. Nos dice dónde estamos respecto de Dios y lo que él se propone hacer de nosotros al dar testimonio de su poder y de su amor. Insiste en la iniciativa de Dios en el todo de nuestra salvación y, finalmente, se ocupa de nuestra identidad –del quiénes realmente somos-, y del sentido de nuestra vida. Somos la obra maestra de Dios… a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás, asegura el Espíritu Santo por medio de Pablo.

Pablo destaca que la característica principal de nuestro antes es que seguíamos los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. De manera tan sucinta, el Apóstol explica lo que significa vivir animados por la inercia, esa resistencia que oponen los cuerpos a cambiar el estado o la dirección de su movimiento. De un plumazo, Pablo revela la incapacidad de que padecíamos antes de Cristo para sobreponernos a las presiones internas y externas que nos mantenía esclavos de nuestros temores, deseos desordenados y heridas. Sin Cristo, asegura el Apóstol, estábamos muertos por causa de nuestros pecados. Es decir, viviendo sin vivir, sepultados en vida, incapaces de ser los que Dios creó a su imagen y semejanza.

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