Archive for the ‘Elecciones de Vida’ category

Cuida tus pensamientos

26 noviembre, 2017

 

Ante todo, cuida tus pensamientos porque ellos controlan tu vida. Proverbios 4.23 PDT

Todos nosotros tenemos una lista de las cosas que nos resultan más importantes, más valiosas en la vida. A estas las tratamos con deferencia: las guardamos, las protegemos, las cuidamos. Sabemos que están en riesgo, de ahí la importancia que damos a su preservación y cuidado.

Para Salomón, hay algo que debemos guardar sobre todas las cosas guardadas, es nuestro corazón, nuestra mente. Guardar, en el sentido bíblico, es apartar del peligro y guardar con fidelidad. Se refiere entonces, tanto a la calidad con que tratamos nuestra mente –fiel, honesta y dignamente-, como a la dedicación que le dedicamos al saberla en constante peligro.

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Pues somos la obra maestra de Dios

19 julio, 2015

Efesios 2.1-10

Este es un hermoso e impactante pasaje de la Palabra de Dios. Se refiere a nuestro antes y después de Cristo. Descubre la profundidad del amor y la misericordia divinas. Destaca la importancia y el poder de la gracia que hemos recibido. Nos dice dónde estamos respecto de Dios y lo que él se propone hacer de nosotros al dar testimonio de su poder y de su amor. Insiste en la iniciativa de Dios en el todo de nuestra salvación y, finalmente, se ocupa de nuestra identidad –del quiénes realmente somos-, y del sentido de nuestra vida. Somos la obra maestra de Dios… a fin de que hagamos las cosas buenas que preparó para nosotros tiempo atrás, asegura el Espíritu Santo por medio de Pablo.

Pablo destaca que la característica principal de nuestro antes es que seguíamos los deseos de nuestras pasiones y la inclinación de nuestra naturaleza pecaminosa. De manera tan sucinta, el Apóstol explica lo que significa vivir animados por la inercia, esa resistencia que oponen los cuerpos a cambiar el estado o la dirección de su movimiento. De un plumazo, Pablo revela la incapacidad de que padecíamos antes de Cristo para sobreponernos a las presiones internas y externas que nos mantenía esclavos de nuestros temores, deseos desordenados y heridas. Sin Cristo, asegura el Apóstol, estábamos muertos por causa de nuestros pecados. Es decir, viviendo sin vivir, sepultados en vida, incapaces de ser los que Dios creó a su imagen y semejanza.

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