Lucas 22.31-34
Si de algo nos llenamos las manos en la vida es de decepciones. Con frecuencia nos encontramos que la confianza depositada en otros no es honrada por ellos y actúan en forma diametralmente opuesta a lo que esperábamos de ellos. Es esta la razón de la pérdida de la esperanza, de la confianza y aún del interés en seguir adelante. Mientras más cercana a nosotros la persona que nos decepciona, mayor el conflicto que experimentamos, la tristeza que sufrimos.
Las personas que escribieron la Biblia no sabían que lo estaban haciendo. Mucho menos pudieron imaginarse que, a miles de años, los estaríamos leyendo. Muchos de ellos escribieron para sí mismos, registrando sus pensamientos, sus emociones, sus derrotas y sus anhelos. Ello nos permite, primero, apreciar la sinceridad de sus sentimientos. Además, nos permite apreciar la fortaleza de sus convicciones, ya que el dejar constancia de estas no responde a un propósito proselitista pues, al no saber que los leeríamos, no tuvieron razón alguna para tratar de convencer a nadie.
Si de algo nos llenamos las manos en la vida es de decepciones. Con frecuencia nos encontramos que la confianza depositada en otros, no es honrada por ellos y actúan en forma diametralmente opuesta a lo que esperábamos de ellos. Es esta la razón de la pérdida de la esperanza, de la confianza y aún del interés en seguir adelante.
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