Archive for the ‘Libertad’ category

Primero perdonen

14 diciembre, 2014

Marcos 11

Las dinámicas relacionales de hoy en día, desde las más íntimas hasta las macro sociales, hacen del tema del perdón una cuestión de actualidad y del acto de perdonar una necesidad cada vez más sentida. El no perdonar abre la puerta a espirales de incomprensión, intolerancia y violencia crecientes. En estas, tanto los que han sido lastimados como aquellos que les han ofendido se mantienen atrapados en una constante de rencor que termina por marcarlos y, no pocas veces, por destruirlos. Lo más difícil resulta del hecho de que a mayor cercanía, mayor la necesidad del perdón; pero, también la dificultad de hacerlo.

La aseveración que Jesús hace, que si creemos de verdad podremos decir a la montaña levántate y échate al mar, y sucederá, no deja de resultarme conflictiva. Me pregunto cómo es que algo en apariencia tan sencillo como creer y decir, puede resultar tan difícil de concretarse. También llama mi atención que sea en el contexto de tal aseveración que el Señor nos exhorte a que cuando estemos orando, primero perdonemos a todo aquel contra quien guardemos rencor. Y, añade, para que su Padre que está en el cielo también les perdone a ustedes sus pecados.

Propongo a ustedes que hay una vinculación poderosa entre la fe y la libertad que resulta de la obediencia. Es decir, que la fe crece y se fortaleza en la medida que somos libres en Cristo para creer y actuar imitándolo y que esta libertad resulta de la obediencia.

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Caminaré en libertad

14 septiembre, 2014

Salmos 119.44-48

No quiero que me mandes, le dijo un niño a su madre cuando esta le indicó que no podía estar de pie mientras el avión despegaba. Mandamientos, órdenes, ley, tales palabras y sus sinónimos son consideradas, generalmente, como malas palabras. La razón es sencilla, todas son asumidas como un atentado en contra de la libertad personal, son asumidas como limitantes del derecho a decidir y hacer lo que uno quiera. Así que pretender que la libertad y los mandamientos son mutuamente condicionantes, parecería, cuando menos, un absurdo. Mucho más, si la propuesta bíblica consiste en asegurar que quien obedece los mandamientos de Dios es quien vive plenamente en libertad.

El rechazo a los mandamientos y a las figuras de autoridad tiene muchas razones. Algunas de ellas tienen que ver con la formación del carácter del individuo y del cómo de su inteligencia emocional. Es decir, del cómo aprendió la persona a resolver sus conflictos emocionales, especialmente aquellos que resultaron del cómo de su relación con sus padres y otras figuras de autoridad. Mientras más lastimada la persona y menos capaz para negociar sus emociones ante los estímulos negativos (sean reales o supuestos), resultantes de su relación con figuras de autoridad, mayor será su rechazo a mantenerse dentro de un marco disciplinario y a respetar a las figuras de autoridad actuales, nos dicen los estudiosos de la conducta humana.

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Escojan la Vida

5 febrero, 2012

Deuteronomio 30.11-20; Jeremías 21.8,9

Víctor Frankl, destacado sicoterapeuta, sobreviviente a los campos de concentración nazis, asegura que la libertad de elegir es la última, la más perfecta, de las libertades humanas. Al hacer tal aseveración, Frankl sólo evidencia su profundo conocimiento de la Biblia pues esta da testimonio de que la libertad que Dios nos ha dado, desde el momento mismo de la Creación del hombre y de nuestro propio nacimiento se hace evidente, precisamente, en la capacidad que tenemos para elegir ya para bien, ya para mal.

La Biblia también nos enseña que a la libertad de elegir le sigue la responsabilidad personal respecto de las decisiones tomadas. Es decir, la capacidad para reconocer y aceptar las consecuencias de un hecho realizado libremente. Cuando el Deuteronomio nos anima a elegir el cumplir con los mandamientos del Señor nuestro Dios, anticipa que la consecuencia será una experiencia de vida plena, nuestro crecimiento integral en tanto personas y, asegura, la bendición de Dios durante nuestra estancia aquí en la tierra.

Pero, también nos advierte, que si nos rebelamos a lo establecido por Dios y desobedecemos lo que él ha determinado como lo bueno, como lo justo (adecuado) para nosotros, habremos de enfrentar otro tipo de consecuencias: enfrentaremos la destrucción, como la constante en nuestro quehacer vital y nuestra vida estará llena de insatisfacciones y quebrantos.

Fijémonos que en ambos casos, tanto al elegir la vida como al elegir la muerte, hemos realizado un ejercicio de libertad. Es decir, hemos asumido nuestro derecho y propiciado las consecuencias resultantes de nuestras decisiones. Entender esto resulta de vital importancia respecto de nuestra comprensión de Dios y de nuestra relación con él. Sobre todo, cuando se trata de enfrentar el sufrimiento en nuestra vida.

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