Para los cristianos la Biblia es nuestra regla de fe. Ello significa que, en materia de fe (Dios, la salvación, la ética y la moral, etc.), juzgamos y calificamos todo a la luz de lo que la Palabra nos enseña. Por más interesante, atractiva y complaciente que resulte cualquier idea o enseñanza religiosas, nosotros vamos a la Biblia para comprobar la fidelidad de tales ideas o enseñanzas. Si estas no están de acuerdo con el pensamiento bíblico… las desechamos.
Vivimos en un mundo saturado de propuestas religiosas. Algunas de ellas parecen ser una novedad cuando realmente son las mismas enseñanzas erradas promovidas por el diablo desde siglos atrás. Todas ellas tienen como propósito el impedir que las personas sirvan al único y verdadero Dios. Algunas de estas corrientes religiosas son francas, abiertas, y declaran su propósito honestamente. Otras resultan más peligrosas en cuanto que toman elementos de la sana enseñanza y los mezclan con propuestas totalmente ajenas a la misma. Sin embargo, es esta mezcla la que las hace especialmente peligrosas y, paradójicamente, sumamente atractivas para las personas que viven en ignorancia de Dios y de su Palabra.
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