Génesis 2.23ss; Efesios 5.21ss
Propongo a ustedes que en nuestro pasaje encontramos, respecto del matrimonio, propósito, forma y condiciones. En efecto, el propósito del matrimonio es formar una nueva persona, la pareja. La forma en que esto se logra es mediante la renuncia a aquello que impide el propósito. La confianza resulta ser la condición que hace posible tal renuncia y el cumplimiento del propósito matrimonial. Es decir, en la medida que los cónyuges confían uno en el otro es que estarán dispuestos a renunciar a lo que sea necesario pues la confianza mutua hace de su relación lo más valioso e importante para ambos.
Cada día se casan menos personas y, cada día, también, aumenta el número de divorcios. No parecería que tales hechos sean indicadores de una evolución positiva de la relación matrimonial, del surgimiento de alternativas más atractivas o prometedoras, sino del temor y de la decepción. En efecto, los jóvenes optan cada vez más por las uniones libres ante el temor de que su relación fracase. Según diversos estudios, son las mujeres, en una proporción de dos tercios, las principales promotoras del divorcio.
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