Efesios 1.17-21
En no pocos casos, una de las principales razones que damos para no leer la Biblia es que no la entendemos. Desde luego, tal aseveración no se refiere sólo a su peculiar lenguaje o a los sucesos de los que se ocupa. Se trata, ante todo, de la dificultad para comprender el propósito y sentido de la misma. Es decir, de entender cuál es el mensaje de la Biblia, qué tiene este que ver con nuestra propia vida y cómo podemos aplicar en nuestro día a día lo que la Biblia nos revela acerca de Dios.

La Biblia es un libro conflictivo. Provoca apasionadas discusiones, enojos y enconos entre las personas. Ha sido el pretexto para muchas de las más terribles injusticias y fuente de inspiración para muchos más beneficios personales, familiares y sociales. La Biblia es un libro peligroso, no se puede leer impunemente. Siempre provocará conflictos internos en quienes los leen puesto que exige una toma de partido a sus lectores. Sea cual sea la respuesta que se dé a la lectura de la Biblia la vida del lector no vuelve a ser la misma. Pese a todo, la Biblia no puede ser ignorada: es
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