La Biblia, un libro conflictivo

2 Timoteo 3.14-17 MSG

iCP meditaciones agosto 19La Biblia es un libro conflictivo. Provoca apasionadas discusiones, enojos y enconos entre las personas. Ha sido el pretexto para muchas de las más terribles injusticias y fuente de inspiración para muchos más beneficios personales, familiares y sociales. La Biblia es un libro peligroso, no se puede leer impunemente. Siempre provocará conflictos internos en quienes los leen puesto que exige una toma de partido a sus lectores. Sea cual sea la respuesta que se dé a la lectura de la Biblia la vida del lector no vuelve a ser la misma. Pese a todo, la Biblia no puede ser ignorada: es el libro más vendido al través de la Historia, más de cinco, o seis, mil millones de ejemplares; el que ha sido traducido a más idiomas y dialectos, 438 idiomas; sólo en 2017, las SBU distribuyeron 38,609,344 Biblias, 11,595,614 y un total de 354,948,660 porciones bíblicas, incluyendo 7,9 millones de Biblias completas en versiones electrónicas.

La Biblia es también un libro conflictivo para quienes acostumbran a leerla y confiesan creerla. En México, la RIFREM reporta que el 72.6% de los mexicanos asumen que la Biblia es fuente de la verdad absoluta, aunque sólo un 49.9% la leen regularmente. Este leerla regularmente no significa, necesariamente, que quienes lo hacen vivan de manera congruente con lo que leen. Más aún, ya en 1994 una encuesta realizada por la Sociedad Bíblica de México reveló que el promedio de lectura bíblica semanal era menor a cinco capítulos por persona. Así que, podemos apuntar un conflicto entre lo que se declara respecto del papel de la Biblia en la vida de los creyentes y la atención, el conocimiento y la práctica que estos hacen de las enseñanzas bíblicas.

Pero, el conflicto no para ahí. La Biblia contiene presupuestos y hace postulados que cuestionan los que la cultura actual sostiene como válidos. No sólo son diferentes, sino confrontativos de cuestiones éticas, morales y, desde luego, espirituales, respecto de las de la cultura dominante. El contenido bíblico, su mensaje, parece ser irrelevante: ni actual ni pertinente a la coyuntura presente. Sin embargo, a diferencia de generaciones anteriores, la generación creyente actual no enfrenta el riesgo de la persecución violenta por causa de sus creencias bíblicas, pero sí enfrenta la relativización de la verdad bíblica. Es decir, sufre el embate de asumir que los postulados bíblicos sólo son válidos si se está dispuesto a asumirlos como tales. Más aún, que quien así lo hace, está en su derecho, lo mismo que quien no lo hace, también está en su derecho de no hacerlo. Y, que, a fin de cuentas, uno y otro están en lo correcto.

Los nuestros no resultan tiempos fáciles para los creyentes. La presión social, cultural y aún política, con postulados como el de la posverdad, hacen cada vez más difícil creer y compartir la fe bíblica. Y, me refiero a la dificultad del creer porque en su yo interno el creyente lucha acerca de la veracidad de la verdad que profesa. No es raro que se pregunte si vale la pena ir contra la corriente, sobre todo, cuando no obtiene de su fe y su cosmovisión los resultados deseables. Descubre, como lo hizo Timoteo, que quienes quieren vivir por y para Cristo encuentran un montón de problemas y, que no hay forma de evitarlo. Más aún, tiene que enfrentar casi cotidianamente el impacto de hombres inescrupulosos que explotan la fe.

A la duda sigue la confusión, la sensación de que lo que se cree no es ni relevante ni importante ante su aparente incapacidad para obtener los resultados esperados. El conflicto típico de los hombres de Dios, respecto de la utilidad del mantenerse fieles ante el éxito de los infieles, es un conflicto del creyente contemporáneo. Esto es lo que limita la disposición a compartir la fe bíblica. Al no estar seguros de la pertinencia del mensaje bíblico para nosotros los creyentes, ¿por qué habríamos de compartirlo con otros? Si a nosotros no nos resulta, ¿por qué habría de resultarles relevante a los no creyentes?

Creo que este es el desánimo que Pablo percibe en Timoteo. Pareciera que en el capítulo siguiente, Pablo procura explicar mejor lo que ha dicho al inicio del capítulo tres: Es bueno que sepas que, en los últimos días, habrá tiempos muy difíciles. Para ello le advierte: Llegará el tiempo en que la gente no escuchará más la sólida y sana enseñanza. Seguirán sus propios deseos y buscarán maestros que les digan lo que sus oídos se mueren por oír. Rechazarán la verdad e irán tras los mitos. Sabedor el Apóstol de lo que ello puede representar para Timoteo le invita a que no se desconcierte.

El término utilizado por Peterson es bien interesante. El desconcierto es el estado de confusión o desorientación en que queda una persona a causa de algo inesperado o sorprendente. Perder el piso, creer no creyendo, dejar de estar seguro, desafinar. Cualquiera de estas expresiones explica el desconcierto provocado por los ataques de afuera y los temores de dentro. Pablo sustenta su exhortación en dos cuestiones fundamentales, mismas que consideraremos próximamente: la experiencia de fe de Timoteo y el carácter de la Palabra de Dios, de la Biblia.

Respecto de la primera cuestión sólo quiero destacar aquí que Pablo anima a que Timoteo reconozca la permanencia de la fe en su experiencia vital. Me encanta la frase: Recibiste las Sagradas Escrituras con la leche de tu madre. Ya le ha dicho antes: Sé que esa fe sigue firme en ti. Y, sobre esto quiero animarles a que reflexionemos personalmente: ¿Cuál ha sido nuestra experiencia de fe? ¿Qué ha hecho el Dios de la Biblia en nuestra vida? En las diferentes etapas de nuestra vida, ¿cuál ha sido la relevancia de lo dicho por Dios tal como lo encontramos en la Biblia? Y, una cuestión fundamental, ¿cómo explicamos que aún a pesar de nuestro desconcierto, aún de nuestra pérdida de esperanza y convicción, la Biblia ha seguido siendo pertinente y relevante para nosotros? ¿A veces de manera satisfactoria, otras de manera incómoda?

Quiero terminar esta propuesta de reflexión así, con puntos suspensivos. Durante agosto, mes de la biblia, abundaremos en el tema.

A esto los animo, a esto los convoco.

 

 

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