Juan 20.1-19
Si algo se hace notorio en la Semana de la Pasión, es la madurez de Cristo. Hay quién ha dicho que la madurez consiste en hacer lo que conviene hacer, independientemente de si nos resulta fácil o agradable hacerlo. El testimonio de Jesús se convierte en un imperioso llamado para que maduremos. Una y otra vez hablamos sobre la imperiosa necesidad que tenemos de madurar, de crecer en Cristo. Estoy seguro de que algunos esta semana, al reflexionar en la obra de Cristo, se propusieron madurar y quizá hasta elaboraron una lista sobre las cosas que debían hacer y las que no. En algunas han avanzado y en otras no. Pero ¿estamos madurando?
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