1 Pedro 4.1-11 PDT
Todas las sociedades, las familias, las personas, tienen una cultura propia. Es decir, aprenden modos de vida y costumbres, adquieren conocimientos, preferencias, etc., en conformidad con la época y las circunstancias que les ha tocado vivir. Por sus raíces etimológicas, la palabra cultura contiene también lo que podríamos llamar una dimensión religiosa, sagrada. En efecto, la cultura se convierte en aquello a que damos culto. Se trata de aquello que está en el centro de nuestra vida y que ordena, explica y valora todo lo que creemos y lo que hacemos.
Que la sexualidad es un asunto que interesa a todos lo demuestra el hecho de que en algunas comunidades mexicanas los niños inician su vida sexual a los diez años. La edad promedio en que los adolescentes mexicanos inician su actividad sexual es entre los trece y los quince años. Que la sexualidad representa un reto y problema para todos lo muestra, entre muchos otros elementos, el que, en la mayoría de los casos, la primera relación se da de manera casual, no precisamente se habla de que fue con protección o información adecuada, sino de un momento donde quizá hubo un incentivo por parte de los compañeros o por uso de alguna sustancia que lleva a tener un grado de excitación, asegura
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