A Manera de Introducción
Génesis 2.4bss. El segundo relato de la Creación, que en realidad es el primero, resulta el sustento de esa visión privilegiada del hombre, del varón. Sin entrar en detalles, los que destacan en la lectura del pasaje, digamos aquí que el hombre es creado antes que todas las cosas, recibe la autoridad implícita para nombrar a los seres creados -incluyendo a la mujer-, y por tanto, poseerlos; al tiempo que se convierte en la razón de la existencia de otros seres: “porque no es bueno que esté solo”. En una impertinente síntesis diríamos que el hombre aparece como el ombligo del mundo.
Más allá de la impertinencia, debemos aceptar que el hombre goza de un lugar privilegiado respecto del resto de la Creación. Privilegio que sigue vigente, como sigue siendo actual la responsabilidad derivada del mismo. No debemos olvidar el principio bíblico que establece que cada cual debe dar cuentas de acuerdo a lo que ha recibido. Así, si el hombre ha recibido, recibe, más que la mujer y que el resto de la Creación, el hombre es responsable de más.
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