Filipenses 4.9-19
Podemos darnos cuenta que este pasaje muestra el corazón de un hombre agradecido. El Apóstol Pablo escribe a la iglesia de Filipos, fruto de su esfuerzo y aún de su sufrimiento. La de Filipos fue la primera iglesia establecida en Europa. Se distinguió por el cuidado que tuvo para proveer al Apóstol con recursos económicos para su ministerio. En sus palabras, Pablo incluye un principio fundamental de la mayordomía cristiana cuando dice: “no es que busque dádivas, sino que busco fruto que abunde en vuestra cuenta.” (Vs 17) Para entender mejor este principio, conviene hacer las siguientes consideraciones.
En el contexto bíblico, el mayordomo era el siervo, el empleado encargado de la administración económica de una casa. Tal administración consistía en mucho más que “llevar bien las cuentas”. Se trataba, también, de hacer producir lo más posible los recursos recibidos. El mayordomo podía disponer de lo necesario para tal administración, pero también para su propia manutención. Si su obligación era cuidar y multiplicar los recursos recibidos, su derecho era beneficiarse de los mismos siempre y cuando no lo hiciera en perjuicio de su patrón.
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