Romanos 11.29 DHH
Todos los creyentes llevamos en nosotros la convicción de que hubo un momento en que Dios nos llamó para servirle. Sabemos que, cuando conocimos al Señor, vino a nosotros un deseo, más aún, la necesidad, de hacer algo que nunca se nos habría ocurrido. Nos vimos a nosotros mismos sirviendo de una manera especial: predicando, sirviendo al prójimo, consolando, evangelizando, ayudando, etc., a otros. Era como un fuego interior que nos consumía, queríamos hacer lo que, sabíamos, era el llamado de Dios a participar en su obra.
(más…)
Comentarios