Romanos 14.1-9; Colosenses 2.13-23
Muchos han sido lastimados por la disciplina de la iglesia. No son pocos quienes ante la persecución sufrida por la manera en que visten, la música que escuchan, las prácticas recreativas que prefieren, etc., han sufrido tantas críticas y menosprecio, que, agotados y decepcionados, terminan por abandonar a la iglesia y, en no pocos casos, renegando de Dios. Sí, la iglesia tiene que reconocer y confesar que ha pecado cuando a, cuestiones secundarias, las ha convertido en esenciales e identificadoras del carácter y la fidelidad de los creyentes.
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