Dios los ha llamado y escogido
2Pedro 1.10 DHHD; Eclesiástico 11.21 BDO1573
Los cristianos somos diferentes. Sí, diferentes de quienes no honran al Dios de Jesucristo. La razón para ello es que los cristianos somos llamados, tenemos vocación[i]. Hemos recibido un llamado, somos inspirados de parte de Dios, para llevar una forma particular de vida, religados a Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Es decir, hemos sido llamados a vivir permaneciendo fuertemente atados a Dios, y para él.
La cuestión de fondo es que somos llamados a vivir la misma vida que viven los que no honran a Dios, con sus oportunidades y retos, pero de manera diferente. No somos llamados a vivir una vida diferente sino a vivir la vida de manera distinta. Pablo exhorta a los efesios (4.1), para que vivan como deben vivir quienes, como ustedes, han sido llamados a formar parte del pueblo de Dios.
Un concepto que forma parte de la jerga religiosa es la palabra santo. Tradicionalmente se ha enfatizado el significado secundario de la palabra: pureza, por sobre el significado inicial y, me parece, más importante que es el de consagrados. Así, se ha pervertido el término al reducirlo a cuestiones meramente morales. A los colosenses Pablo les advierte sobre el riesgo de reducir su condición de santos a cuestiones secundarias: de comida y de bebida, de ciertas conductas y a cuestiones sociales y culturales que con el tiempo van perdiendo su valor. Y que, si bien, son útiles porque enseñan acerca de la conducta religiosa, la humildad y el dominio del cuerpo, no hacen del creyente una persona diferente. Colosenses 2.16ss
De ello podemos comprender que el llamamiento es más que lo que se hace o se deja de hacer. Que es el llamamiento y la manera en que lo asumimos lo que determina lo propio, lo acertado o equivocado, de nuestras acciones. Se trata entonces de acercarnos al todo de la vida desde nuestra peculiar identidad de hijos de Dios. Tanto al considerar las posibilidades que la vida ofrece o impone, sean cosas agradables o desagradables; como al decidir sobre la manera en que emprenderemos o la manera en que responderemos ante los espacios de oportunidad que la vida nos ofrece.
La mera consideración moral como el eje conductor de nuestra experiencia de vida es, siempre, riesgosa. Primero, porque, en la práctica, nuestro concepto de lo bueno y lo malo es relativo si somos nosotros, en función de nuestro interés y convicciones, el referente del mismo. Porque si nosotros somos los que determinamos o escogemos lo bueno o lo malo en las circunstancias que nos toca vivir, estaremos viviendo de acuerdo con una ética circunstancial. Desarrollaremos diferentes medidas para determinar lo que sí y lo que no, dependiendo de nuestras circunstancias e intereses.
En consecuencia, sobrevaloraremos o menospreciaremos de distinta manera las actitudes y conductas propias y ajenas. Lo laxo de nuestro referente persona va desde el “pues, no que no tan santo”, cuando queremos juzgar a alguien a quien no amamos; hasta el “ni que fuera para tanto” o, en un exceso de sinceridad no comprometida: “pues, ni que nosotros fuéramos tan santos, tan perfectos”, cuando se trata de justificar a quien sí amamos. Justificación, racionalización, intereses, conveniencia, etc. Cualquier cosa servirá para justificar que algo o alguien esté bien en ciertas circunstancias y en otras no.
Por eso es por lo que la Biblia nos llama a vivir de acuerdo con el llamamiento recibido. Efesios 4.1ss; Hebreos 3.1; 1Pedro 2.9,10; 2Pedro 1.10 resulta ser un pasaje de especial importancia en este sentido. Pedro dice, según DHHD: Ya que Dios los ha llamado y escogido, procuren que esto arraigue en ustedes, pues haciéndolo así nunca caerán.
Lo que la Biblia destaca es que toca a cada uno de nosotros, consciente e intencionalmente, el fortalecer su convencimiento de que ha sido llamado, de su ser diferente. Insisto, esta convicción debe ser arraigada y afirmada intencional y sistemáticamente por nosotros. Esto lo logramos eligiendo, siempre y en todo, hacer en conformidad con nuestra condición de diferentes. Al hacer de manera diferente, nuestra identidad y condición de disímiles se fortalecerá. Por el contrario, mientras menos diferentes nos queremos asumir, mientras más nos queremos parecer a los que no honran a Dios, iremos perdiendo nuestra cualidad distintiva hasta perderla totalmente. A esto se refirió Jesús cuando dijo: Ustedes son la sal del mundo. Si la sal pierde el sabor, ¿para qué va a servir? ¡Sólo para que la boten y la pisoteen por inservible! Mateo 5.13 NBV
Los cristianos no sólo somos diferentes, el cristianismo -es decir, la forma de vida que honra a Dios-, es una alternativa. Somos y tenemos lo que otros no son ni tienen. Por ello es por lo que somos testigos de Cristo: los que lo hacen visible, presente y creíble. Honrar a Dios, alabarlo en nuestras vidas, es mucho más que cantar o celebrar cultos ungidos. Es vivir de manera alternativa para que otros, al ver lo que Dios ha sido capaz de hacer con y en nosotros, respondan a su llamado y sean redimidos y transformados por el poder de la sangre de nuestro Señor Jesucristo.
Por ello es por lo que nosotros debemos abundar en esa vida alternativa, arraigados en el Señor habremos de fortalecer nuestra condición de llamados y así podremos vivir honrándolo a él e iluminando a quienes buscan el camino de la vida. Si bien somos diferentes por su gracia, también somos llamados a esforzarnos para permanecer en la misma. Esto lo alcanzamos cuando, agradecidos por los dones recibidos, nos esforzamos por vivir como es digno de nuestro llamamiento.
Termino con una exhortación del libro del Eclesiástico 11.21, en la traducción de la Biblia del Oso 1573: Permanece en tu vocacion, y enella te ocupa: y en tu obra te enuejece. Permanece en tu vocación, ocúpate de ella y en tu obra, envejece.
A esto los animo, a esto los convoco.
- [i] Llamada o inspiración que una persona siente procedente de Dios para llevar una forma de vida, especialmente de carácter religioso.
- Inclinación o interés que una persona siente en su interior para dedicarse a una determinada forma de vida o un determinado trabajo.
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