No para nosotros mismos

Juan 16.1-16

icp la vida en el poder del SSTOCuando nos acercamos a la vida de Jesús descubrimos muy pronto que él no vivía para sí mismo. Sus prioridades no eran ni su felicidad personal, ni su familia, ni su prosperidad material, etc. En fin, esas cosas que son las que explican y dan sentido a la vida de muchos. Dos cosas eran las determinantes en Jesús: Su comunión su Padre y la realización de la tarea que le había sido encomendada. En tal sentido, Jesús no tenía vida propia. No vivía para sí, sino para el Padre. Y, no lo hacía porque no le quedara otra, él mismo aseguró: Nadie me quita la vida, sino que yo la doy por mi propia voluntad. Juan 10.18

Desde luego, tal forma de ver la vida nos resulta incomprensible y hasta fuera de lugar. Después de todo, hemos aprendido que lo más importante para nosotros somos nosotros mismos. Que hemos venido a este mundo para ser felices, para realizarnos como personas y para alcanzar cualquier cosa que nos propongamos. Y en función de ello es que vivimos. Tales presupuestos son los que explican nuestros esfuerzos, nuestro día a día y aún nuestras frustraciones. Queremos alcanzar nuestras metas, queremos que los demás se adapten a nuestros planes y formas, queremos ser y hacer para nosotros. Después de todo, se trata de hacer, de ganar, nuestra vida.

Pero, Jesús el aguafiestas nos advierte que quienes viven para sí, que quienes aman su vida la perderán y que son aquellos que desprecian su vida los que la conservan para vida eterna. Juan 12.25 Son estas palabras duras y difíciles de comprender y asimilar. Pero, explican la experiencia de muchos cristianos que han comprometido su vida al Señor y siguen haciendo para sí mismos. Dicen que sus vidas le pertenecen al Señor, pero, siguen viviendo para ellos mismos. Así, encontramos a profesionistas exitosos, pero con vidas personales y familiares desechas. A personas que han alcanzado lo que soñaron ser y hacer y que, sin embargo, están insatisfechos. A madres que hacen de sus hijos su todo y cada día son testigos del cómo sus hijos están perdiendo su alma. De personas que han hecho de su bienestar, físico y material, su todo y cada día se sienten (¡y están!), más vacíos y frustrados. Personas que, amando y haciendo su vida, la están perdiendo.

Y, no se trata de personas conformistas o mediocres. Son personas que se esfuerzan, que pagan altos precios. Pero, son personas que nunca se sienten plenos. La razón es sencilla: Hacen y se esfuerzan tanto no porque lo que son les satisface, sino porque pretenden llenar sus vacíos a base de sus esfuerzos y de alcanzar metas más altas. No se dan cuenta que mientras más alcanzan, menos tienen. Que se está cumpliendo en ellos la palabra de Cristo cuando aseguró que quien hace la vida en función de sí mismo, para sí mismo, sale perdiendo. Porque, se preguntó Cristo: ¿De qué sirve al hombre ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar el hombre por su vida? Mateo 16.26

Si para Jesús lo más importante era permanecer en comunión con su Padre y cumplir con la tarea que se le había encomendado, lo mismo es lo más importante para sus discípulos, para nosotros. Mientras Jesús estuvo en la tierra él pudo guiar a los suyos a desaprender lo que el engaño del diablo les había enseñado. Pero, una vez que Jesús había de volver al Padre, resultó necesario que enviara al Espíritu Santo para que este cumpliera con la misma tarea. La presencia del Espíritu Santo en el creyente le da una nueva y superior capacidad de juicio. Juan 16.8 Además, el Espíritu Santo en el creyente lo guía a toda verdad. Juan 16. 13 Tal participación del Espíritu Santo resulta indispensable porque, bajo la influencia del diablo, para aquellos que han oído el mensaje de Cristo, las preocupaciones de esta vida, el engaño de las riquezas y los deseos de tener cosas ahogan el mensaje y se vuelven estériles. Marcos 4.18,19 PDT

Estéril es aquel o aquella que no da fruto, es decir, que no alcanza su plenitud y, por lo tanto, no cumple con su propósito de vida. En el caso del creyente, quien se ocupa de hacer la vida para sí mismo, se vuelve estéril en y para sí. No logra su plenitud como persona. Además, lo que es más trágico, ahoga en sí mismo la vida del evangelio que ha sido plantada en él. Es decir, no cumple con el propósito inherente a su identidad como hijo de Dios, como quien es salvo y ha sido rescatado para vivir en comunión plena con el Padre. El engaño del diablo, además de enseñarnos que tenemos el derecho de vivir para nosotros mismos, nos enseña que quienes viven para Dios se frustran porque no pueden hacer ni lograr lo que está en su capacidad hacer y lograr.

Nada más falso. La Biblia dice que: Todo lo bueno que hemos recibido, todo don perfecto que viene de arriba es de Dios. Santiago 1.17 NTV Y, todo es todo. Quien vive para Dios no tiene que renunciar a aquello que ha recibido de Dios, sus capacidades físicas, afectivas, intelectuales, etc. Estas se las ha dado Dios y son herramientas para que el creyente cumpla con el propósito para el cual Dios lo ha llamado. Este propósito es señalado por Jesús: Ustedes vayan y hagan más discípulos míos en todos los países de la tierra. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Enséñenles a obedecer todo lo que yo les he enseñadoMateo 28.19ss TLAI

La plenitud del quehacer vital del creyente resulta de que lo que es y hace produzca discípulos de Cristo, nuevos seguidores que sean salvos por la obra redentora de Jesucristo. Esta forma de vida y de cosmovisión sólo es posible bajo el poder del Espíritu Santo. Este nos guía en tal dirección y nos enseña el cómo podemos hacer discípulos en nuestro día a día y con los dones y capacidades recibidas. Además, como veremos más adelante, nos da el poder para hacer lo que es propio de nuestra condición de hijos de Dios.

Nada resulta más importante que el permanecer en comunión con el Padre y que cumplamos con la tarea recibida. Es importante porque de ello depende el como de nuestra eternidad, no sólo el aquí y ahora de nuestra vida. Dejemos de vivir para nosotros mismos y vivamos para el Señor. Romanos 14.7, 8 Para ello, busquemos ser llenos del Espíritu Santo. Hagamos de tal llenura nuestra prioridad y oremos pidiendo el Espíritu Santo que el Padre nos ha prometido. Lucas 11.13

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One Comment en “No para nosotros mismos”

  1. german parra Says:

    pues ya que no teenmos a JESUS en nuestro tiempo,busquemos al ESPIRITU SANTO que nos lleva a toda verdad


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