Capacitados por la gracia

2 Corintios 3.5 BLP

Pocos saben que Buzz Aldrin, quien, junto con Neil Armstrong, fue uno de los dos primeros hombres en caminar en la Luna, celebró la Comunión a bordo del nódulo lunar. Comió el pan y bebió el vino que su congregación habían preparado para tan especial ocasión. Como Aldrin, son muchos los creyentes que ha destacado en los terrenos tan, aparentemente, alejados de la fe: las ciencias exactas, las ciencias médicas, las transformaciones sociales, la música, la pintura, la literatura, la poesía, etc.

En nuestra cotidianidad somos también testigos de los logros que muchos creyentes y los suyos obtienen a pesar de sus orígenes pobres y carentes de todo. Mi Padre, hijo de un hombre analfabeto, por ejemplo, obtuvo su doctorado en sociología de la religión en la Universidad de Birmingham, en Inglaterra, a la edad de 65 años, con Mención Honorífica. Muchos estudiantes, hijos de creyentes, destacan entre sus compañeros, por su liderazgo, la firmeza de su carácter y sus logros académicos. Son muchos los creyentes que destacan en el ejercicio de sus profesiones; así como son muchos, también, los que destacan en los diversos ámbitos de la cultura, el arte, la economía, los sindicatos, las cooperativas y en muchas de las cuestiones sociales.

A quienes pudieran pedirme comprobar tal convicción, sólo les invitaría a que observen a quienes componen sus familias y a sus comunidades de fe. Estoy seguro que comprobarán por sí mismos la veracidad y el sentido de mi propuesta. También estoy seguro de que podrán dar testimonio de que tales logros son, en su esencia, expresión de la gracia divina que ha hecho de tales personas verdaderas colaboradoras del quehacer divino en la cotidianidad de nuestra existencia. El Apóstol Pablo se refiere a esa irónica peculiaridad del carácter de Dios, quien ha escogido lo que el mundo tiene por débil, para poner en ridículo a los que se creen fuertes; ha escogido lo sin importancia según el mundo, lo despreciable, lo que nada cuenta, para anular a quienes piensan que son algo. 1 Corintios 1.27,28

Nuestro pasaje base: No presumimos, pues, de estar capacitados para hacer algo por cuenta propia; nuestra capacidad proviene de Dios. Destaca que la capacitación a la que nos referimos, la capacitación de la gracia, excede a nuestros recursos naturales y a los adquiridos al través del ejercicio de nuestras capacidades personales, familiares y sociales. Es propio del ser humano el desarrollo de sus capacidades. Aún quienes no creen en Dios, cuentan con los beneficios de haber sido creados a su imagen y semejanza. Pueden dominar sobre todo lo que existe, sobre todo lo que Dios ha hecho. Génesis 1.27-31 Pueden ser, y lo son en la práctica, co-creadores junto con Dios pues no sólo transforman lo que existe, sino que pueden crear nuevas cosas a partir de lo que Dios ha hecho.

Quienes han sido alcanzados por la gracia son llamados a nuevas y más significativas formas de trascendencia que quienes viven sin Cristo. Podemos considerar que se trata de una trascendencia integral que resulta de la transformación integral del creyente. Dios nos capacita integralmente. Es decir, lo hace atendiendo todos los elementos o aspectos de aquello que resulta útil a su propósito. Ello explica, por ejemplo, la influencia que muchos maestros cristianos ejercen sobre sus alumnos. No sólo resultan capaces para compartir conocimiento, acompañan a los alumnos en el descubrimiento de sus propios recursos y aportes. Además, contribuyen a la transformación integral de la vida de sus educandos. Les presentan a Cristo y, de esa manera, contribuyen a que lo que sus alumnos son y hacen en esta vida trasciende, también, a la eternidad.

Pablo asegura a Timoteo que la capacitación de la gracia pasa por la revelación, el estudio y la práctica de la Palabra de Dios contenida en las Escrituras. 2 Timoteo 3.16 A su hijo en la fe, Pablo le explica que dado que lo que está en la Biblia es el mensaje de Dios, este resulta útil para enseñar a la gente, para ayudarla y corregirla, y para mostrarle cómo debe vivir. La capacidad que el creyente recibe como resultado de la imbricación de la Palabra en su día a día, se traduce en una calidad de vida que a su vez produce equilibrio, plenitud y una total complementariedad entre los diversos elementos de la misma. Da perspectiva al creyente y, por lo tanto, le permite elegir adecuada y oportunamente lo que es propio de su identidad en Cristo. Vive, en consecuencia, al estilo de Cristo y experimenta la plena libertad que, por su gracia, Cristo le ha proporcionado.

Además de la capacitación que resulta de la vivencia de la Palabra de Dios, los creyentes somos capacitados de manera sobrenatural al través de los dones espirituales. Estos se convierten en evidencia visibles de la presencia del Espíritu Santo en el creyente. Los dones se manifiestan tanto en capacidades personales como en personas que capacitan a los creyentes de acuerdo al propósito divino y de las necesidades de cada miembro, cada congregación o de la iglesia como un todo. Efesios 4.11,12 El fruto de tales dones y creyentes/dones es que, todos los que formamos la iglesia, que es su cuerpo, estemos capacitados para servir y dar instrucción a los creyentes.

Conocemos a hombres y mujeres por los que muchos no darían tres centavos. Se trata de personas sin formación académica, sin recursos materiales o económicos; gente sencilla y sin pretensiones. Sin embargo, gente capaz de contribuir a la transformación de las personas con milagros y señales. Gente con conocimiento y sabiduría trascendentes y extraordinarios. Personas que con su vida y gracias a los dones recibidos, edifican la vida de muchos. Establecen, fundan, con recursos espirituales, propuestas y alternativas de vida que benefician a muchos en el momento actual y a muchos otros que están por venir.

Desde luego, los creyentes somos capacitados por la gracia por la obra redentora de nuestro Señor Jesucristo. Cristo propone un nuevo paradigma en nuestras vidas. Es decir, Cristo en nosotros significa la posibilidad de un nuevo modelo, de una nueva forma de vida. Los expertos en la teoría del cambio aseguran que cuando el paradigma, el modelo, cambia, todo vuelve a cero. Lo anterior, lo viejo, deja de ser relevante, deja de tener sentido para lo que se es y hace en el nuevo modelo. Cristo nos ha liberado del poder de nuestra pasada manera de vivir. Efesios 4.22 Nos ha hecho libres del poder del pecado y, por lo tanto, nos hace hábiles, aptos y capaces para vivir en conformidad con lo que somos.

En este sentido, nuestra capacidad no viene de lo que Jesús dijo, hizo o prometió. Nuestra capacidad viene de Jesús mismo. Resulta de nuestra relación vital con él. Jesús insufla, causa en nosotros un impulso en la dirección y en las áreas en las que quiere capacitarnos. Como quien enseña a un niño a andar en bicicleta lo sostiene, impulsa y lanza; así Jesús, mediante su Espíritu Santo, nos sostiene y acompaña en las primeras etapas de nuestro servicio, nos impulsa y, finalmente, nos lanza para que podamos hacer aquello para lo cual nos ha capacitado.

Por ello, quienes estamos siendo capacitados por la gracia debemos hacer caso a la invitación bíblica de buscar nuestra fuerza en el Señor, en su poder irresistible. Efesios 6.10 A final de cuentas, nuestra capacidad no es sino la expresión de la identidad y el quehacer del que actúa en nosotros. Dada nuestra relación con Cristo, él es quien es y actúa en nosotros. No lo hace desde fuera nuestro, sino desde nuestro interior. Así, lo que somos y lo que hacemos, nuestra capacidad, resulta de lo que Cristo es y hace en nosotros y desde nosotros.

Terminemos agradeciendo su presencia y su quehacer en y al través de nosotros. Seamos fieles y humildes, no olvidemos que mientras menos nosotros, más él en nosotros. 2 Corintios 12.7-10

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One Comment en “Capacitados por la gracia”

  1. Santiago Says:

    Gracias!


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