¿Con espada, lanza y jabalina?
1 Samuel 17.25-51
En la vida de todos nosotros cada día se hace evidente que estamos en guerra. En una guerra a muerte. Nuestro enemigo es poderoso y bien organizado. Para nosotros sólo tiene un propósito: nuestra destrucción. Jesús nos advierte sobre ello cuando dice: El propósito del ladrón es robar, matar y destruir. Juan 10.10 Esto explica buena parte de nuestra vida y de nuestras pérdidas. Sobre todo de aquellas que no tienen una aparente explicación lógica ni sentido alguno. Son pérdidas complejas o compuestas pues no sólo destruyen o afectan alguna de las áreas de nuestra vida, sino que desencadenan una serie de circunstancias que, si no es por la gracia divina, pueden destruirnos.
En Efesios 6, el Apóstol Pablo nos recuerda: Pues no luchamos contra enemigos de carne y hueso, sino contra
- gobernadores malignos y autoridades del mundo invisible,
- contra fuerzas poderosas de este mundo tenebroso y
- contra espíritus malignos de los lugares celestiales.
En este pasaje, el Apóstol establece dos extremos o realidades que se sobreponen mutuamente: seres de carne y hueso versus mundo espiritual. Con esto en mente, vayamos a la historia de David y Goliat.
El reto de Goliat era una práctica común en las guerras de la antigüedad. Se trataba de una medida encaminada a reducir los costos humanos y materiales de la guerra. Sin embargo, en el caso de la guerra entre Israel y los filisteos, el desafío de Goliat produce un efecto progresivo en los israelitas: los llena de temor, los aterroriza y, finalmente, los paraliza. El daño va más allá de lo natural, se refleja en lo espiritual pues el espíritu de los israelitas es afectado. Su confianza en Dios se agota y se vuelven totalmente vulnerables.
Cuando David se da cuenta de lo que pasa, reacciona de manera totalmente distinta a sus compatriotas. Ellos estaban enfocados en el tamaño y la capacidad física del gigante. David entiende que se trata de otra cosa: Y a fin de cuentas, ¿quién es este filisteo pagano, al que se le permite desafiar a los ejércitos del Dios viviente? 1 Samuel 17.26 David discierne que se trata de una lucha espiritual enmascarada por una apariencia de lucha natural. El pastorcillo sabe que muchas conductas, muchos desplantes y retos no son sino desafíos frontales a Dios mismo.
David era un hombre sensible espiritualmente. En comunión con Dios. Era un hombre espiritual. Pablo explica a los corintios: En cambio, hablamos con palabras que el Espíritu nos da, usamos las palabras del Espíritu para explicar las verdades espirituales; pero los que no son espirituales no pueden recibir esas verdades de parte del Espíritu de Dios. Todo les suena ridículo y no pueden entenderlo, porque solo los que son espirituales pueden entender lo que el Espíritu quiere decir.15Los que son espirituales pueden evaluar todas las cosas, pero ellos mismos no pueden ser evaluados por otros. 1 Corintios 2.13ss
El mismo Goliat, servidor del diablo, no tiene conciencia de lo que está pasando ni a quién está sirviendo. Es un mero peón, ignorante aunque temible, esclavo él mismo del engaño de Satanás. Cuando ve a David acercársele con una honda en la mano, se molesta y se burla. Le ofende que se le enfrente con un arma propia para perros.
Pero David sabe que lo que vemos en la natural no corresponde necesariamente a la dimensión de lo sobrenatural. No desconoce el tamaño y el poder de Goliat; tampoco desconoce su propio tamaño y su propia capacidad física. Pero ve lo que nadie más ve. Y así lo declara: Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo contra ti en nombre del Señor de los Ejércitos Celestiales, el Dios de los ejércitos de Israel, a quien tú has desafiado. 1 Samuel 17.45
David sabe que no se trata de espadas y piedras. De fuerza y debilidad. Sabe que todo ello no es otra cosa sino la apariencia de una lucha más importante y cruenta. Goliat, yo vengo a ti con la autoridad y el poder (el nombre), del Dios verdadero a quien tú has desafiado.
David pelea con armas espirituales que ha aprendido a usar en lo secreto, en lo cotidiano. Con Pablo, David, sabe qué tipo de armas debe usar en cada clase de batalla. Sí, es cierto, soy un hombre ordinario con sus correspondientes debilidades, pero nunca me valgo de planes ni métodos humanos para ganar mis batallas. Para destruir las fortalezas del mal, no empleo armas humanas, sino las invencibles armas del todopoderoso Dios. 2 Corintios 10.3-4 BAD
En conclusión
- Es necesario, por cuanto se trata de una cuestión de vida o muerte, que discernamos el tipo de lucha en que nos encontramos. Esta batalla presente, ¿a qué guerra pertenece?
- Debemos desarrollar nuestra dimensión espiritual. Abundar en la comunión con el Espíritu Santo para poder ver lo que se oculta tras la apariencia de lo natural.
- Quien pelea con armas humanas la guerra espiritual indudablemente será destruido. Por más que esté grandote y bien armado.
- La guerra espiritual exige de un carácter firme y arrojado. Simplemente, hay batallas que no podemos darnos el lujo de perder. Demanda que tomemos la iniciativa. Muchas batallas espirituales se pierden mientras permanecemos a la espera. Debemos, y podemos, tomar la iniciativa para que nuestra vida cambie.
Etiquetas: Agentes de Cambio, Cansancio, Compromiso, Soledad y Fe
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13 marzo, 2021 a 20:15
Poderosa Reflexión Dios les bendiga grandemente