Cuando los esposos decepcionan
Creo que si se hiciera una encuesta respecto del número de esposos que decepcionan, este sería similar al del número de las esposas decepcionadas. Y, no, no estoy proponiendo una perogrullada, me refiero al hecho de que la decepción resulta tanto de lo que el esposo hace o deja de hacer, como de las expectativas incumplidas de las esposas. Y es que decepción no es otra cosa sino pesar, es decir, arrepentimiento y dolor.
El arrepentimiento, el dolor, de las esposas resulta de la mezcla de los estímulos negativos que resultan de las actitudes del esposo, de sus conductas, de sus excesos y omisiones, etc., con las expectativas que la esposa se ha creado respecto de su marido. Expectativas estas que pueden ser legítimas y sinceras, viables. Pero, también pueden ser fruto de la imagen que la mujer hace de su esposo. De su querer ver lo que no hay y, por lo tanto, de la disposición de vivir en lo que podemos llamar, una realidad virtual, es decir que tiene una existencia aparente y no real. En otras palabras, los esposos que decepcionan requieren de un ambiente, de una disposición de circunstancias que favorezcan sus excesos u omisiones. Consideremos algunos casos bíblicos que nos ayudarán en la comprensión de este asunto.
Abram. Génesis 12.10ss. Abram y Sara tuvieron que ir a Egipto debido a la hambruna que se padecía en Canaán. Dado que Sara destacaba por su belleza, Abram tuvo miedo de que lo asesinaran para quedarse con ella así que la instruyó para que dijeran que eran hermanos. Una verdad a medias, por cierto. La belleza de Sara impresionó de tal forma a los egipcios que terminó siendo tomada como esposa por el faraón con consecuencias devastadoras para este y para su imperio.
Abram representa a los maridos que todo lo hacen en función de sí mismos. El valor, la honra que le conceden a la esposa resulta de la utilidad que esta les representa. Aprenden a utilizar las fortalezas de la esposa, tal como hizo Abram con la belleza de Sara, para obtener beneficios o para evitar problemas. Para estos hombres la esposa sólo vale en función de lo que puedan obtener de ella. En nuestros días este modelo se repite una y otra vez y es la cuestión de fondo en la infidelidad integral de no pocos esposos. Están dispuestos a arriesgar la integridad de la esposa en lo poco y en lo mucho, al mismo tiempo que encuentran en ella la razón para su infidelidad conyugal. Ante la pérdida de la juventud y capacidad de procrear de Sara, Abram estuvo dispuesto a tener un hijo con Agar.
Podemos imaginar el dolor de Sara al saberse usada por su marido como moneda de cambio para lograr su bienestar. Pero, no podemos ignorar que Sara guardó silencio ante el faraón y que colaboró para que Abram procreara un hijo con Agar.
Nabal. 1 Samuel 25. En el origen de la palabra carácter está la calidad de la persona o cosa de quien se trata. El carácter determina el valor de la persona, entendiendo este como la capacidad de esta para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar o deleite de los suyos. Nabal era un hombre de mala calidad, era un hombre necio. Es decir, un hombre ignorante, que no sabía lo que podía o debía hacer. Además, era un hombre terco y testarudo que no estaba dispuesto a escuchar a quien le aconsejaba.
Nabal era un hombre esclavo de sus emociones. Si bien es cierto que muchas mujeres sufren pesar por que sus maridos son violentos, irascibles, también lo es que quizá son muchas más las que sufren pesar por el carácter apocado, la falta de iniciativa ante los retos de la vida, de sus esposos. Son mujeres que, como Abigail, tienen que dar la cara por el esposo. Ante los hijos, ante la familia, ante la sociedad, etc. Aprenden a nadar en dos aguas: se asumen seguidoras al mismo tiempo que se descubren como las que tienen que ir adelante. Toman decisiones, asumen riesgos, pero tienen el cuidado de que su marido no se entere de ello, como Abigail. 1 Samuel 25.19
Desde luego, mucho de su pesar resulta de la incapacidad de su esposo para comprender las razones que su mujer tiene para actuar como lo hace. No sólo no hay reconocimiento y gratitud, sino el reclamo de que esta se mete en lo que no le importa. No hay que olvidar que los nabales orillan a sus esposas a poner los ojos en los davides que siempre vienen a su encuentro. La pregunta que las seguidoras de Abigail tendrían que hacerse es porqué insisten en proteger y nutrir a hombres que padecen del mismo mal que Nabal.
El adúltero anónimo. Job 24.15 BLP La Biblia es especialmente dura con los adúlteros. Sin embargo, hasta donde he podido investigar, no hay un solo caso en el que se denuncie el adulterio de un hombre en particular. Ni siquiera nuestro Señor Jesús, en el caso de la mujer sorprendida en adulterio, pareció interesado en el hombre con el que esta había adulterado. Juan 8 Ello no quita, sin embargo, el hecho de que el hombre adúltero decepciona, causa un gran pesar a su esposa. El adulterio rompe desgarrando la relación matrimonial provocando un gran dolor, heridas imposibles de sanar y pérdidas imposibles de restituir.
De acuerdo con Job, el adulterio es una etapa de un proceso disfuncional que el hombre vive. Dice que, el adúltero acecha entre dos luces. Una forma poética para indicar la inestabilidad integral: espiritual, emocional, afectiva e intelectual, del hombre que adultera. Es decir, el adulterio no es un acierto en ninguna circunstancia, es la expresión más evidente de la inmadurez de la persona. El adúltero no es sabio, es ignorante. Pero, su ignorancia no se da en el momento o la circunstancia de su adulterio. La ignorancia es una forma de vida por la que ha optado engañándose a sí mismo: piensa que no hay quien lo vea, pues lleva cubierto su rostro. Job 24.15
Quien adultera entra en un proceso irreversible que acumula mal sobre mal, desgracia sobre desgracia. El adúltero es un insensato, actuando así arruina su vida; tendrá que soportar palos e insultos y no podrá borrar su infamia. Proverbios 6.32 Dado el vínculo existente entre el esposo y la esposa y entre estos y sus hijos, así como la existencia de una red de relaciones familiares, amistosas y espirituales, la infamia del adúltero afecta irreversiblemente al todo de su entorno relacional.
El adulterio es causa y consecuencia del distanciamiento, del rompimiento del vínculo que une a la pareja. Este no es un rompimiento abrupto, se va dando poco a poco, afectando cada vez más áreas de la relación de pareja. Así como nadie adultera de repente, tampoco ningún cónyuge es engañado de repente. Así que quienes sufren el pesar del adulterio tienen que preguntarse porqué se han prestado al juego que les mantiene bajo el yugo de la decepción.
En la vida, los esposos necesitamos de espejos que nos ayuden a conocernos mejor. A veces no tenemos consciencia de quiénes y de cómo somos. Sinceramente nos sorprenden algunas críticas o señalamientos. De ahí la necesidad de que hagamos nuestro el aforismo: Conócete a ti mismo. Esto requiere, primero, de humildad. De la aceptación de que no estamos en control de todo lo que somos y hacemos. En segundo lugar, requiere del cultivo de nuestra relación personal con Dios mediante la oración y el estudio de su palabra. Requiere que pidamos a Dios que nos revele los pensamientos que nos inquietan y que estemos dispuestos a seguir el camino que él nos indica. Salmos 139.23, 24
Recordemos que los esposos no estamos para causar pesar a nuestras esposas. Estamos para ayudarlas a ser ellas mismas, mujeres plenas.
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