Crezcamos en todo
… hablaremos la verdad con amor y así creceremos en todo sentido hasta parecernos más y más a Cristo. Efesios 4.15
La lectura de las cartas pastorales, en particular, nos revela que la iglesia está siempre enferma y siempre sana. Enferma, por la inmadurez de sus miembros y congregaciones. Sana, porque como cuerpo suyo, Cristo la perfecciona y se la presenta a sí mismo sin mancha ni arruga ni ningún otro defecto. Efesios 5.27 Desde luego, esta doble condición de la iglesia ejerce una presión constante entre sus miembros y congregaciones. Hasta puede provocar desánimo y decepción. Sin embargo, vemos que la Biblia asume esta realidad y hace de ella el punto de partida para animar a los cristianos a crecer en todo sentido. Es decir, en el entendimiento de la vida en Cristo y en la forma de discernir, juzgar, las cuestiones relativas a la misma en la comunidad de fe que es la iglesia.
Este crecer en todo sentido tiene que ver, desde luego, con el qué, el cómo y el para qué de la iglesia de la cual formamos parte. Como punto de partida para la consideración del tema, hoy quiero hacer a ustedes dos sencillos planteamientos:
Todo cristiano conoce el propósito de Dios para su vida. Nuestro Señor Jesucristo no juega ni a las escondidas, ni al “juego del ahorcado”. Él ha sido claro en su propósito y en sus medios. Según la traducción BLP, el todo de la obra redentora persigue el propósito de que el pueblo de Dios, la iglesia se convierta en himno de alabanza de su gloria: que es garantía de nuestra herencia, en orden a la liberación del pueblo adquirido por Dios, para convertirse en himno de alabanza a su gloria. Efesios 1.14
¿Cómo es que la iglesia se convierte en un himno que alaba la gloria de Dios? Como hemos dicho, el Señor nos ha revelado el cómo hacerlo. De hecho, el mandato toral –el principal, el que tiene más fuerza, dado a sus seguidores consiste en que vayan y hagan discípulos. Nos dice el qué y nos dice el cómo: enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes.
Todos los cristianos somos llamados a crecer en todo. Hemos dicho que el fruto se da en relación con el crecimiento. Quien no crece, no puede fructificar. De ahí que, tanto como miembros en lo particular, como congregación que somos debemos considerar lo siguiente:
Crecer es una opción personal. Todos tenemos el potencial para hacerlo, cada quien lo desarrolla hasta el límite que se propone hacerlo. No tomar la decisión de crecer es tomar la decisión de no hacerlo.
Crecer es una cuestión integral. Se crece en lo físico, en lo espiritual (en la relación con Dios y con la iglesia), y en lo intelectual (mente y emociones). El cumplimiento de nuestra misión requiere de nuestro crecimiento integral. Requiere de buena salud física. También de un crecimiento en nuestra relación personal con Dios. Desde luego, esto implica que crezcamos en el cultivo de las relaciones profundas, íntimas, con nuestros hermanos en la fe. Y requiere del crecimiento intelectual de cada uno: del desarrollo de su inteligencia y del crecimiento en el manejo de nuestras emociones.
El crecimiento se da en Cristo. Pablo advierte a los corintios: Cada uno tenga cuidado de cómo construye. 1Corintios 3.10ss E insiste que nuestro fundamento es Cristo. Esto es un punto importante, toral. Nuestra disposición y sometimiento a Cristo es lo que permite que él crezca en nosotros. Y esto nos lleva a dos consideraciones: (1) Cristo no puede crecer en nosotros a menos que Cristo esté en nosotros. (2) Cristo no puede estar en nosotros a menos que nosotros estemos en Cristo. Es decir, a menos que nosotros hagamos nuestra su manera de pensar: sus valores, sus criterios, su Misión.
Amados hermanos, la tarea que hemos sido llamados a cumplir excede nuestras capacidades y nuestra fuerza. Sólo podemos realizarla en Cristo y, por su gracia, podemos hacerlo. Obviamente, para ser un mejor himno de alabanza de su gloria, necesitamos pasar a un nivel más alto y profundo del cultivo de nuestra espiritualidad. Debemos esforzarnos en dejar atrás lo que nos impide crecer y cultivar comprometidamente nuestra integralidad como personas y como congregación, para que cada día nos parezcamos más a Cristo. Efesios 4.15 NTV
Esto tiene que ver con nuestra identidad como cuerpo de Cristo, somos o no somos iglesia, pueblo santo. Tiene que ver con nuestra santidad integral, con nuestro vivir para honra de Dios el todo de nuestra vida. Tiene que ver con nuestra tarea como testigos de Cristo que anuncian su evangelio proclamando y sirviendo. Tiene que ver con el compromiso primario con nuestra congregación.
Les animo a que nos ofrezcamos a nosotros mismos como la ofrenda que hará posible que las personas a nuestro alrededor sean salvas para honra y gloria de Dios. Así, nuestras limitaciones enfermarán menos a la iglesia y podremos crecer saludablemente en lo individual y congregacionalmente. De este modo la gloria del Señor se manifestará en nosotros y al través nuestro, pudiendo así cumplir, por su gracia, con la tarea que se nos ha encomendado.
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Etiquetas: Crecer en Cristo, Vida Cristiana, Vida de la Iglesia
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3 enero, 2016 a 11:08
El crecimiento Integral es siempre un reto, como Cristianos tenemos un compromiso de vivir en perfeccion en todos los aspectos de nuestra vida y no solo en los que tienen que ver directamente con la iglesia, sino con la familia, la educacion personal y relaciones con nuestro projimo. Estos son algunos de los puntos que me gustaria trabajar en este anio.
Gracias por el mensaje!!!