Para Guiarnos al Camino de Paz
Gracias a la tierna misericordia de Dios, la luz matinal del cielo está a punto de brillar entre nosotros, 79para dar luz a los que están en oscuridad y en sombra de muerte, y para guiarnos al camino de la paz». Lucas 1.68‐79
Nuestra vida está llena de hitos, es decir, de marcas que sirven para indicar la dirección que hemos seguido o la distancia que hemos recorrido en nuestro caminar diario. Uno de tales hitos consiste en organizar el tiempo en minutos, días, semanas, meses y años.
Siendo así las cosas, es que podemos detenernos en circunstancias tales como el fin de un año para preguntarnos si hemos alcanzado lo que alguna vez nos propusimos o lo que resulta necesario que alcancemos y, sobre todo, si hemos caminado en la dirección correcta.
La Biblia enseña, y en particular el nacimiento de Jesús lo destaca, que Dios está dispuesto a guiar nuestros pasos por el camino de la paz para que dejemos de andar por caminos de oscuridad. Tal disposición, además de hacer evidente el amor e interés divinos en nuestra condición, también hace evidente el hecho de que todos, en mayor o en menor medida, hemos equivocado nuestro caminar y necesitamos ser guiados en la dirección correcta.
Dada la importancia que tiene el caminar por caminos de justicia, caminos de paz, es decir, de hacer la vida con sabiduría y caminar en la dirección correcta (pues en ello está la sanidad integral de la misma), propongo a ustedes la consideración tres condiciones que conviene cumplir para que el propósito divino de guiar nuestras vidas pueda cumplirse plenamente:
Humildad. Esta consiste en el reconocimiento de las propias limitaciones y debilidades. Resulta notorio cómo la ignorancia se vuelve un nutritivo caldo de cultivo de la soberbia. Mientras más equivocados, más soberbios. Es decir, más convencidos de nuestra propia razón y dispuestos a culpar a los otros de los errores y fracasos en que participamos.
De ahí la importancia de que seamos humildes y reconozcamos que nos hemos equivocado; más aún, que no sabemos lo que necesitamos saber y, por lo tanto, necesitamos de alguien que sí lo sepa, de alguien que nos dirija en la dirección correcta. Dios, el Dios de Jesucristo.
Arrepentimiento. En la Biblia, arrepentirse es cambiar de opinión, cambiar de manera de pensar. Hay una estrecha correlación entre fracaso y auto victimización. Especialmente cuando participamos de dinámicas relacionales erradas y dolorosas, tendemos a asumir el papel de víctimas. Pero, para que Dios pueda dirigirnos en la dirección correcta, debemos asumir la parte de responsabilidad que nos corresponde respecto de la culpa y el dolor de los cuales somos partícipes.
Compromiso de conversión. La frustración de la vida produce cansancio y este produce desapego, es decir la falta de interés, alejamiento, desvío. Mientras más equivocadamente hacemos la vida, más nos desviamos y nos alejamos de Dios. Nos alejamos de nuestros propósitos iniciales y, sobre todo, de las personas que amamos. Es notorio que quienes participan de dinámicas relacionales insanas tienden al desapego.
El budismo asegura que la clave de la felicidad se encuentra en el desapego; que mientras menos nos comprometamos con los que amamos, seremos más felices, pudiéramos concluir al respecto. Esta, desafortunadamente, es la conclusión a la que muchos llegan cuando caminan por caminos de error, por caminos tenebrosos. Por el contrario, se trata de caminar en la luz de Cristo, caminar en sentido contrario al que hemos seguido y de asumir la obligación conveniente de la conversión.
Primero, de la conversión a Dios, de la conversión a nosotros mismos, para que seamos quienes somos de acuerdo con nuestra identidad en Cristo. Y, desde luego, también de la conversión a aquellos que hemos hecho partícipes de nuestros errores y nuestras equivocaciones.
Sólo puede cambiar positivamente quien se obliga a hacer lo justo y se compromete a seguir la dirección correcta. Cambian quienes más lejos se sienten de sus cercanos, y por ello más se obligan a volver al lugar y dirección correctos. Estos son quienes están en camino del cambio.
Cuando nosotros, al hacer el balance de nuestra vida, dejamos de caminar caminos de oscuridad, caminos tenebrosos, y nos volvemos a la luz que es Cristo y venimos a él trayendo, a la manera de los sabios de Oriente, estos tres presentes, esta ofrenda compuesta de humildad, arrepentimiento y compromiso de conversión, abrimos la puerta para que Dios pueda obrar en nosotros y pueda, entonces, dirigir nuestros pasos por el camino de la paz.
Abrimos la puerta para que el propósito de Dios en Jesús se cumpla en nuestras vidas y podamos gozar de comunión con el Señor ahora y siempre.
A esto los animo, a esto los convoco.
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